Por lo primero que debemos elogiar á Velisla, es por su valor moral. ¿Cómo se ha atrevido á arrostrar la censura escribiendo obritas jocosas? Hecho este elogio, no se le puede negar tampoco el de que las ha sabido escribir muy bien, y el de que, á través de los chistes, se trasluce en lo que ha escrito un alto sentido moral, un juicio recto, y un espíritu cultivado, claro, y capaz de las ideas y sentimientos más nobles. Donde muestra mejor estas últimas calidades, es acaso en los artículos titulados Los dineros del sacristán, Al amor de la lumbre y La exposición de pinturas. Su viveza de imaginación para describir y pintar sitios, personas, campos y monumentos, y su fácil estilo de narrador, y su naturalidad y sencillez en los diálogos, se advierten en casi todos los otros artículos. Por último, en muchos de ellos se nota la inventiva de un ingenio que podría escribir lindísimas novelas de costumbres, si á ello se dedicara, como en Cuatro capítulos de una novela inédita; y en otros, singularmente en El Diccionario y la gastronomía, hay muy fecunda vena de buen humor, de desenfado y de chispa sin chocarrería, lo cual ha sido siempre prenda rarísima y envidiable.
El lenguaje de Velisla es llano y natural, aunque culto y muy correcto, y apenas si se le escapa un galicismo.
Recomendamos la lectura de su libro á todas las personas que se precien de discreción y de buen gusto, y que deseen pasar alegremente algunas horas.
Nuevas poesías, de Narciso Campillo. Cádiz, 1867. Contiene este volumen, elegantemente impreso, 320 páginas, una colección de composiciones líricas que hacen honor á la famosa escuela de Sevilla. Sin que el Sr. Campillo deje de tener su individualidad marcada, se nota en todas sus obras el sello y carácter de la mencionada escuela, de la que es en el dia, á par del Sr. D. Gabriel García Tassara, egregio y esclarecido representante. Así Campillo, como el ya mencionado Tassara, son, sin embargo, los que más se apartan é individualizan y distinguen por lo nuevo y original del pensamiento. Por la forma clásica, elegante y castiza, es el Sr. Campillo más fiel á las tradiciones de su escuela. Sus octavas Al verano parecen escritas en el siglo XVII por el mismo Rioja. En las composiciones que llevan por título Melodía á Rosa, A la melancolía, A Dios y A la muerte de Quintana, y en otras muchas, une el señor Campillo á su elegante manera de decir, una elevada inspiración y una grande abundancia de pensamientos y sentimientos que el espíritu de nuestro siglo ha fecundado y hecho nacer en su alma. En suma, el Sr. Campillo dá pruebas, en el tomo de Poesías de que hablamos, de que las Musas no enmudecen, de
que nuestro siglo no es tan prosaico como se imagina, y de que él es uno de los mejores poetas líricos contemporáneos de que puede jactarse con razón la literatura española, tan rica en este género.
El Caballero de las botas azules. Cuento extraño por Rosalía Castro de Murguía. Lugo, imprenta de Soto Freiré, editor. 1867. Esta composición pertenece al género fantástico, que ya en España se ha cultivado con acierto por varios autores, y singularmente por el General Ros de Olano, autor de El Diablo las carga. El ánima de mi madre y El doctor Lañuela. Si con algunos de estos cuentos tiene analogía el de la Sra. de Murguía, es con el último. Con los celebrados cuentos de Hoffmann y de Edgardo Poe no tiene ninguna.