mun es que escriban alabándonos á lo Tomé Cecial y buscando medios de regocijar ó entretener al público á nuestra costa. Así han sido Gauthier y Dumas. Otras veces nuestra mala cocina y nuestra^ malas posadas han hecho cambiar de propósito á muchos viajeros. Venian para bendecir sin duda, pero les habló la bestia interior y maldijeron, aconteciéndoles lo contrario que á Balaam, el falso profeta. En este número debe contarse á Jorge Sand. Mallorca y sus habitantes salen tan mal librados de su pluma, que aun resultan ménos salvajes los salvajes de la Polinesia.
Vindicaciones contra esta clase de diatribas se han escrito desde muy antiguo por celosos españoles, pero ninguna ha llegado al extremo más merecido que lícito, por ser al cabo una dama la impugnada, que la que el Sr. Cuadrado, escritor mallorquin y colaborador y amigo de Balmes , escribió contra la célebre novelista francesa: termina afirmando que Jorge Sand es el más inmoral de los escritores , y Madame Dudevant la más inmunda de las mujeres. Si aquí se paga insulto con insulto, otros han escrito con más templanza, pero, fuerza es confesarlo, con ménos tino que celo, y respondiendo con exageraciones favorables á las exageraciones adversas, como Ponz, y los abates Lampillas y Cabanilles.
Yo, entretanto, entiendo que estas críticas de los extranjeros no debieran excitar nuestro furor sino nuestra risa, siendo, como suelen ser, infundadas; que algunas son tan absurdas que es una ridiculez refutarlas; y por último, bueno es decirlo, aunque tambien sea triste, que la refutacion no cumple casi nunca su fin, porque no es leída.
Por otra parte, el desden con que miran los extranjeros nuestro presente estado, más que con refutaciones, debe impugnarse haciéndonos valer y respetar. De lo pasado, así literario como político, de lo que hemos valido, así por la acción como por el pensamiento, ya sabrán los que sepan la historia; y sobre este punto no se puede negar que, en lo que va de siglo, han hecho más algunos extranjeros que los mismos españoles.
Quitarles del pensamiento la idea exagerada que tienen de nuestra postracion y decadencia actual no se logrará con escritos, por elocuentes que sean, sino con hechos tales que lo contradigan y destruyan. Mientras tanto es muy duro verse maltratar con la mayor injusticia; pero es mal que no tiene fácil remedio.
En nosotros se cumple el refrán que dice del árbol caido todos