QUE HOY SE FORMA DE ESPAÑA.imperio mientras la fuerza bruta todo lo valia, y luego cuando la astucia, el ingenio y la habilidad valieron más que la fuerza, inventada la imprenta y la artillería, rerum summa rediit ad hispanos, homines sane impigros, fortes et astutos, ahora que todo el nervio y vigor de las naciones consiste en el trabajo mecánico, el imperio se aparta para siempre de nosotros y se vuelve á las naciones boreales. Otros imaginan que la ventaja y supremacía de estas naciones boreales no puede dejar de prevalecer mientras dure el presente modo de civilizacion, porque siendo hoy ó debiendo ser los hombres más independientes de la autoridad, é interviniendo todos más en el gobierno y manejo de la cosa pública, en los paises del Norte la grande capacidad y la agudeza del ingenio están reconcentradas en pocos á los cuales los demás se confian y someten de grado, mientras que en el Mediodía de Europa, el ingenio y la capacidad están en todos ó casi todos, y así el vulgo se confia ménos y censura más, y reconoce de grado poca ó ninguna superioridad en los que por acaso se encumbran, por lo cual tiene que intervenir la violencia y tiene que haber á menudo mil estériles trastornos, á no ser que la abnegacion patriótica y el amor al orden suplan ó disimulen la falta de subordinacion y respeto. Otros añaden por último, que la dificultad de que España vuelva á levantarse está en nuestra poca paciencia, en nuestro mismo deseo de levantarnos, en nuestro ideal, en nuestra aspiracion, en nuestra ambicion desmedida. El recuerdo de lo que fuimos nos estimula á volver á ser, y no acertamos á aguardar reposadamente. No vale la prudencia contra tan vehemente sentimiento. Apenas recuperamos un poco nuestras fuerzas, queremos emplearlas en la lucha sin dar tiempo al convalescer.
En resolucion, yo entiendo que todos los españoles hasta los que hallan peor y más perdida á España, tienen conciencia del gran ser de esta nacion y de sus altos destinos, y que la contraposicion entre esta conciencia y la realidad presente es quien tanto los lleva á maldecir de la patria. Mas no por eso se debe desesperar ni prever la muerte. Antes el exceso mismo de nuestro mal, y todo cuanto lo lamentamos, y lo mal sufridos que somos, y el prurito con que los extranjeros nos censuran, son indicios de que no hemos caido para siempre; son casi un buen agüero.
Lo que importa ahora es no adularnos en público, ni jactarnos de lo que fuimos, sino señalar nosotros mismos todas nuestras fal-