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Considerando bajo este punto de vista el orígen de la diversidad de las formas, habremos hecho abstraccion mental del filomorfismo y de su hija la cosmogonía de los tabiques.

La inversion del antropismo nos llevará á conclusiones mas prácticas y evidentes.

Ya sabe el lector cómo y por qué esa manera de interpretar la Naturaleza es la verdad al revés; de modo que mirándola del lado opuesto, tendremos la verdad al derecho: la verdadera verdad, la cual nos servirá de guia infalible para comprender los fenómenos que no se presentan bajo la forma exterior, exclusiva al Hombre.

Para explicar la manera de hacer esta inversion, tomaré por ejemplo el concepto antropomórfico de «la sabiduría divina». El hombre se llama ó es sabio cuando obra siempre, ó posee muchos conocimientos, en correspondencia con el mundo exterior. Pero como sus acciones y pensamientos no son sino reacciones á las acciones del medio, haremos inversion del antropismo si pensamos que «la sabiduría divina» es la misma que la humana, porque, tanto la una como la otra, son la correspondencia entre las reacciones de los pacientes con las acciones de los agentes, y ambas son la obra exclusiva del mínimo comun divisor, del omnipotente, del «divino». Y en general, como todo lo humano no es exclusivamente tal, sino tan sólo por ciertos detalles de su forma, detalles resultantes de muchas fuerzas accesorias, mientras que por lo mas fundamental es comun á los demás seres orgánicos, para hacer inversion del antropismo debemos tomar lo humano para explicarnos por medio de ello todos los fenómenos vitales de los demás organismos, y los de éstos para comprender los que sólo por su forma son exclusivamente humanos. Si así lo hacemos, el lenguaje antropomórfico no sólo será muy útil, sino áun indispensable para expresar y comprender todo lo que se refiere á las leyes de la vida, tanto humana cuanto no humana.

Volvamos ahora á tomar el hilo en el estudio de esas leyes.

En la actualidad, no es posible ver en dónde principia ó en qué extremo de pequeñez empieza á manifestarse la fuerza espontánea de la vida, ni saber si será ella la primera forma que asume el mínimo comun divisor, el único verdaderamente espontáneo; pero es de suponer que cuando el cuerpo formado por él ha adquirido cierto volúmen, consistencia y complicacion, se hace visible con el auxilio del microscópio y es entonces que se le ha dado el nombre de Protoplasma.