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Hacia nosotros tienden suavemente

Y hacen nuestro panado revivir.


Yo junto á tí no siento

 Ni ansiedad ni dolor,

Mis manos en tus manos

Hada gentil de mi primer amor.


¿Qué importa que violenta

Fuera se oiga rugir la tempestad,

Si el santo hogar nos brinda

Supremos goces y anhelada paz?


Por siempre así nos hallen

Las horas lentas que muriendo van:

A tí, siempre á mi lado enamorada,

A mí, siempre á tu lado en el hogar.


VIII


De Delphos el Oráculo consulte

Aquel que lleno de ambicion emprende

La marcha de la vida, el vellocino

 de Oro buscando.


Yo nó. Pues sé que los propicios Hados

Me depararon una vida grata,

Junto á una Diosa, que más bella encuentro

 Que una cancion de Tíbulo.


IX


Calmo está el mar. Los confines

Resplandecen. Es la aurora.

Arder parecen los pétalos

De las campánulas rojas.


Son la sangre adolescente,

Son el rubor que se asoma

A la tierra, por que el sol,

Ya las lejanías dora.