Hacia nosotros tienden suavemente
Y hacen nuestro panado revivir.
Yo junto á tí no siento
Ni ansiedad ni dolor,
Mis manos en tus manos
Hada gentil de mi primer amor.
¿Qué importa que violenta
Fuera se oiga rugir la tempestad,
Si el santo hogar nos brinda
Supremos goces y anhelada paz?
Por siempre así nos hallen
Las horas lentas que muriendo van:
A tí, siempre á mi lado enamorada,
A mí, siempre á tu lado en el hogar.
De Delphos el Oráculo consulte
Aquel que lleno de ambicion emprende
La marcha de la vida, el vellocino
de Oro buscando.
Yo nó. Pues sé que los propicios Hados
Me depararon una vida grata,
Junto á una Diosa, que más bella encuentro
Que una cancion de Tíbulo.
Calmo está el mar. Los confines
Resplandecen. Es la aurora.
Arder parecen los pétalos
De las campánulas rojas.
Son la sangre adolescente,
Son el rubor que se asoma
A la tierra, por que el sol,
Ya las lejanías dora.