Negra como el delito,
Como la mar sin calma,
Es mi noche de fúnebres negrores;
Dame, que necesito
Para la paz de mi alma,
La bienhechora luz de tus amores!
Yo soy en la furente
Batalla de la vida,
Miserable soldado sin valor;
Ya no busco vehemente
La palma apetecida,
No me dejes caer, dame tu amor!
Tu amor, que tú bien sabes
Que para mí sería
Orla de gloria, rama de laurel;
Tu amor que yo á las suaves
Brisas compararía
Que por la mar impulsan al bajel!
¡Ah! no basta esta vida limitada
Que en el lodo del mundo se desliza
Para tan grande amor, mi bien amada.
Que donde cae el cuerpo, la ceniza
Del cadáver, no marca de la vida
El límite postrer.
La pasión que llevamos encendida,
Los más santos y férvidos anhelos,
No mueren con la carne adolorida.
Morír es despertar bajo otros cielos,
Tras larga noche de infinitos duelos
Radioso amanecer!