segun parece, al padre Hernández, i un Vocabulario pampa del antiguo coronel arjentino Barbará (Buenos Aires, 1879) que nos da unas cuantas palabras nuevas; i frases cortas en dialecto pehuenche. Pero todos estos materiales no son suficientes para la lingüística moderna. Con mucha razon observa nuestro presidente honorario, el autor de la Historia Jeneral de Chile (tomo I. páj. 55):
«Escritas aquellas gramáticas en una época en que los estudios filolójicos estaban mui atrasados, necesitarán una revision casi completa para dar una mayor claridad i mejor sistema a sus reglas»... i mas adelante (páj. 56):
«La lengua chilena no ha sido bastante estudiada bajo el punto de vista filosófico e histórico, para investigar su oríjen i su entroncamiento.» I yo pregunto: ¿Quién pudiera considerar la descripcion tan interesante i tan bien narrada del viaje al pais de los pehuenches hecha por el mismo Havestadt, como un documento suficiente para establecer la jeografía de la rejion andina entre los volcanes de Peteroa i de Villarrica? Quizas hasta hoi ningun jeógrafo chileno haya consultado esa descripcion. ¿Quién considera descripciones botánicas o zoolójicas del siglo pasado como suficientes para la ciencia moderna? La filolojía no ha hecho menores progresos en este siglo i la lingüística propiamente tal es una ciencia casi tan nueva como la electrotécnica, i es seguramente menos cultivada que esta última entre los pueblos de habla castellana. Por eso no puede admirarnos que no hallemos luces nuevas en las obras de los americanos aficionados a la filolojía. Parece que nadie se ha dedicado sériamente a tales estudios, puesto que el cultivo de la lingüística i filolojía en los paises españoles ha estado en manos de aficionados que por lo demas de profesion han sido abogados, injenieros o médicos. I todos sabemos que a fines