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LECCIÓN DE FILOSOFÍA
Los cañones demuelen catedrales y casas,
y embermejan el río las huestes convulsivas
que vencedoras entran en hormigueras masas,
bayoneta calada, entre mueras y vivas.
En éxodo aflictivo huyen las multitudes
cual de un mar que de pronto terrible se desborda.
¿Qué son de las montañas los épicos aludes
y qué el gritar confuso de atolondrada horda?
En la margen opuesta del río, en la pradera,
—todo paz y verdura, bucólico embeleso
de una tarde beatífica de dulce primavera—,
mientras el hombre esgrime fusil, espada y gumia,
—sus armas predilectas de cultura y progreso—
una vaca el sosiego del crepúsculo rumia.
1915.