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alada el aire y quiebra el embeleso
de los amantes. Vuela en roto giro
un murciélago. «No, me tienes preso!»

«Pues bien, adiós, mi Dios, ya me retiro!»
Rompe el silencio un redoblado beso;
luego unos pasos lentos y un suspiro.

S. noche 24 - 25 XI 10.