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Ruy Blas.
Estaré.
Don Salustio. (á la ventana)
¿Ves aquel hombre, Ruy Blas,
Que ha cruzado por la plaza,
Que muestra un papel, y pasa,
Y deja la guardia entrar?
Hazle seña, sin hablarle,
Que suba.
Ruy Blas obedece. Don Salustio continúa, mostrándole la puertecilla de la derecha
Mira de paso
Si están despiertos acaso
Los alguaciles.
Ruy Blas. (entreabre la puerta y vuelve).
No están.
Don Salustio.
Habla más bajo.—Cuidado
Con las puertas.
Entra don César de Bazán, con sombrero abollado y tizona de espadachín; gran capa andrajosa, que no deja ver sino las medias mal puestas y los zapatos rotos. Al tiempo de entrar se encuentra con Ruy Blas; ambos se miran con atención, y cada uno de ellos hace un gesto de sorpresa.
¡Se han mirado!
Váse Ruy Blas.
Quizás se conocerán.