Si os llamé fué con intento
De serviros.
Siga el cuento,
Que ya voy tomando el hilo.
Rico, sin hijos, y siendo
Mayor que vos, de ese vicio
Que os arrastra al precipicio
Hoy alejaros pretendo.
En vano, en vuestra jactancia
Os dáis por bien satisfecho;
Hay algo dentro del pecho
Que desmiente esa arrogancia.
Si quisierais corregiros,
Yo, gran señor os reharía,
Vuestras deudas pagaría,
Y excuso, primo, deciros
Que la bolsa partiremos.
Desaparece el bandido,
Y seréis lo que habéis sido,
Y los dos nos sostendremos.
Mientras habla don Salustio, el semblante de don César toma una expresión de alegría, de admiración, de confianza, y al fin, sin poderse contener, estalla.
¡Qué elocuente habéis estado!
¡Siempre fuistéis tal en todo!
¡Cómo diablo! —Quedo mudo