Ir al contenido

Página:Sachka Yegulev.djvu/119

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
115
 

única en la noche negra, como un clavo brillante clavado en las tinieblas.

—Mira, Sacha—dijo Kolesnikov—. Hasta la luz parece servil. Tiembla sin cesar, no se atreve a mirar a las tinieblas cara a cara. Además bastará acercarse a la casa para pedir agua, por ejemplo, y aquella cobarde luz, llena de miedo, se apagaría inmediatamente. ¿Quieres que hagamos la prueba?

Sacha no quiso. Su cansancio aumentaba. Se sentaron al borde de un pequeño barranco, frente a la luz lejana, que adquirió un matiz amarillento.

Sacha encendió un cigarrillo.

—Es el último—dijo.

Después de un breve descanso se pusieron de nuevo en marcha. No hablaron más y cada cual iba sumido en sus propias reflexiones.

A la entrada de la ciudad preguntó Sacha:

—Vendrás mañana a verme?

—No, no volveré más a vuestra casa.

No dijo tu casa, sino vuestra casa. Sacha lo comprendió y lo aprobó. Se acordó de su madre. Y el pensamiento de su madre, a la que no había visto desde por la mañana y que le esperaba con angustia, oprimió su corazón con un dolor insoportable, casi físico. Por un breve instante todo aquello le pareció una terrible pesadilla; aquella noche, Kolesnikov, los sentimientos que se desbordaban de todo su ser y que ahora se agitaban como una bandada de cuervos asustados.

Por la ciudad anduvieron en silencio, dirigiéndose apresuradamente hacia el cruce de calles en