Sí; tiene una pensión desde la muerte de mi padre... Hace mucho tiempo que murió mi padre.
—Eso está bien... ¿De manera que tiene con qué vivir? Muy bien... ¿Y tus hermanos? ¿Están estudiando, probablemente?
—No tengo hermanos. Tengo una hermana...
Está haciendo sus estudios en el colegio...
—¡Vaya! ¡Me alegro mucho! Perdóname por haberte molestado, Alejandro Ivanovich... Vi que estabas solo y se me ocurrió venir a hablarte un poco...
Bueno, ya no te molestaré más. Porque ya ves: tú eres un bravo mozo..., un valiente... ¡Un mozo de corazón, ea!
Golpeó suavemente la espalda de Sacha, tan suavemente como si tocara un vaso de cristal, y se volvió con paso lento hacia la hoguera.
Sacha quedó profundamente impresionado y pensó que aquellos hombres que parecían tan brutos, que no comprendían el sentido de las palabras, aquellos hombres que sabían apenas componer una frase, leían en las profundidades más misteriosas de su alma. Y de pronto se sintió como un muchachuelo muy pequeño, como el Sacha de los tiempos pasados, que durante la noche escuchaba el ruido poderoso de los árboles seculares. Y lanzó un suspiro leve y triste.
