Página:Sachka Yegulev.djvu/231

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
227
 

Yo soy Tomás el Incrédulo. Escúchame bien, brrum... Dios no existe; el alma, tampoco... ¡Eso es!

Miró alrededor como buscando aprobación.

—¡Eso es verdad!—dijo gravemente Eremey—.

Siéntate; serás nuestro huésped.

Tomás se sentó, o, más bien, se agachó en cuclillas, e, inmóvil, se puso a mirar a Sacha con fijeza.

Este le miró también un instante.

—Bueno, Tomás, ¿qué quieres de nosotros?preguntó.

—Acabo de matar a una señora.

—¿Qué señora? ¿Por qué?

—No lo sé, brrum...

Los Hermanos del bosque» movieron la cabeza en ademán de censura. Algunos rieron. Tomás rió también levemente.

—Qué raro!—le dijo uno. No se mata sin razón, no ya a una mujer, pero ni a una gallina....

Esa mujer, ¡te hizo algún daño?

—No, no. No la había visto nunca... La he matado por hacer ya también algo..., por justificar mi vida, brrum... Sí, por justificar mi vida... Estaba con su hijo..., un rapazuelo, brrum.

Se calló. Los otros guardaron también silencio.

Parecía que el aire se había hecho más pesado y la noche más negra. Petruscha se levantó y echó leña a la hoguera. El fuego se apoderó en seguida del nuevo alimento, y el humo rojo subió a lo alto esparciendo chispas crepitantes. El calvero quedó inundado por una luz rojiza que parecía provenir de un incendio. Se veía distintamente cada una de