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RETRATOS DE MUJERES 261

Cadmus lloraban: “No soy yo la sola que no se puede con- tener —decía Madama de Sévigné—; Madama de La Fayet- te también siente su alma enternecida”. ¡Esta alma enter- necida es la delicadeza misma! ¡Oh, Zaida, Zaida, se ve en estos enternecimientos la ternura novelesca no satis- fecha más que a medias y que no debemos despertar de- masiado! Otros días Madama de La Fayette va todavía a hacer una visita a la corte, y el rey le da lugar en su carretela con las damas y le muestra las bellezas de Ver- salles como habría hecho un simple particular, y tal viaje y tal suceso, por muy circunspecto que se sea, suministra a la vuelta materia para largas conversaciones y hasta para cartas menos cortas que de costumbre de parte de Madama de La Fayette, que. no gustaba de escribir cartas. También hablaban de Madama de Grignán alejada y un poco envidiosa por un escritorio de madera, de Santa Lu- cía que Madama de Montespán había regalado a Madama de La Fayette*. Cuando ya no iba más a Versalles y no besaba llorando de agradecimiento las rodillas del rey, después de la muerte de La Rochefoucauld, Madama de La Fayette conservó su crédito y su consideración. “Nunca una mujer sin salirse de su puesto —nos dice Madama de Sévigné— hizo tan buenos asuntos”. Luis XIV vió siem- pre en ella la favorita de Madama, un testigo de su muerte conmovedora y de los hermosos años a los que -lla queda- ba ligada en recuerdo, pues apenas si aparecía en la corte desde entonces.

Mas Versalles y la Poética de Despreaux y la ópera de Lulli, y las alegrías sobre la Marans, fueron pronto interrumpidos por la quebrantada salud, y sus fiebres ter-

1 Según las cartas de La Fayette, se ve que Madama de Grignán le repetía con frecuencia: “¡Vel vcis! ¿Vuestra Madama de La Fayette os ama tan extraordinarlamente? No os escribiría dos líneas en diez años; sabe hacer lo que le acomoda y guardar su descanso, pero desde su indolencia vigila su crédito”. Gouville, con quien Madama de La Fayette cometió el error de intimar como habría hecho con un amigo leal, escribió algo en este sentido más malicioso. Lassay, en la especte «le Memorias que ha hecho imprimir, intenta también toda una acusación

contra Madama de La Fayette interesada y hábil para sacar partido de todo, pero no podemos creerlo sin antes saberlo con certeza.