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328 MADAMA DE LONGUEVILLE

venga mañana aquí. Para que no tema ser reconocido en su barrio, puede hacerse traer en silla de manos, y despedir en la puerta sus portadores. Luego los míos lo llevarán adonde le plazca. Si gusta venir a cenar, se le pondrá en un cuarto en donde quien le conozca no podrá verle, y me parece mejor que venga temprano, es decir, entre diez y once, lo más tarde... Tengo muchos deseos de que se haga esto, pues esta pobre mujer* no tiene momento de reposo. Os ruego que oréis a Dios. Si la puedo ver en tan buenas manos, tendré una gran alegría, os lo declaro. Me parece que sois una de esas personas que viendo a sus amigos tranquilos gozan ellas también de tranquilidad. Y a decir verdad, esta persona tiene grandes penas de las que quedará libre cuando la tranquilicen. Temo que vues- tro amigo sea demasiado severo para nosotros. En fin, es preciso rogar a Dios y encomendarle este asunto”. Monsieur Singlin, una vez introducido, volvió con fre- cuencia. Hacía sus visitas disfrazado de médico y bajo la enorme peluca que entonces estaba en moda, teniendo nece- sidad de decirse a sí mismo para justificar este disfraz, que en realidad era un médico. Le tuvieron oculto algún tiempo en Méru, en una propiedad de la princesa. ¿Sería demasia- do sutilizar, el creer que estos misterios, estas precaucio- nes infinitas y concertadas para la penitencia, eran para Madama de Longueville, como un último atractivo de imaginación novelesca a la entrada de la vida austera? Poseemos su examen de conciencia escrito por ella mis- ma después de la confesión general que hizo a M. Singlin el 24 de noviembre de 1661, Es un trozo que debemos com- parar con esa otra confesión de la princesa Palatina, es- crita por consejo del abate de Rancé, y tan magníficamente

parafraseada por Bossuet. Es preciso leer sin soberbia y . y

3 Esta pobre mujer. Madama de Sévigné hablando de la muerte de Monsieur de Turenne dice: Este pobre hombre. Por grandes que seamos y que creamos ser, un día vendrá en que digan de nosotros: ¡Pobre hombre! Esa pobre mujer, que después de todo será una expresión piadosa.