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358 UNA ALCOBA POÉTICA

¿Cómo es que de la muerte temes el poder? Cobarde, mirala sin turbarte,

Y piensa que si es ultraje

Es el último que sufrirás.

Fué muy ferviente a la amistad; la vemos rodeada de mil nombres entonces en boga, de los que algunos se han obscurecido; mas para la dicha, no es preciso relacio- narnos sólo con inmortales. Gozaba con todos ellos, sin tener necesidad, como Madama de La Fayette, de apegarse a ninguno. Parecía decir ante los cumplidos de que era objeto, como al abate Lavau:

¿Qué daros, pues, como pago? Un simple saludo es muy poco; Mi corazón es demasiado aunque no vale ya nada.

Escribe a Mascarón una epístola bromista fechada en las mismas orillas del Lignon. Cultivó cuidadosamente a Flechier, y Flechier a ella. Flechier no tiene en contra suya sino el haber sido demasiado comparado con “Bossuet, pues sólo se le podía poner en parangón con Bussy, Pellis- són y Bouhours, y su retrato hecho por él mismo es la mejor obra de la literatura de Rambouillet. No fué a Madama Des Houvilliéres, sino a su hija o a una señorita amiga suya a quien lo envió. Viviendo en su diócesis de Lavaur, en Nimes, es decir, en provincias, sentía un poco la nostalgia de París y de su sociedad y de las bellas compañeras de letras. Se comunicaba por carta, quien se quejaba algunas veces de sus involuntarias negligencias.

Le trataba de sabio de Pórtico y le amenaza por llamar al amor en socorro de la amistad:

¡Un sabio enamorado! ¿Qué se diría?

Flechier, para calmarla, le enviaba como ofrenda miel de Narbona.

En sus mejores y más poéticos momentos, Madama Des Houilliéres ha hecho bonitas canciones. Llama simplemen-