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512 María
esto mejor, su encantadora inocencia me traía algunas veces ramos de violetas, que ella misma cogía aventurán- dose bajo las balas de cañón, entre las hierbas de las for- tificaciones.
“Recuerdo oloroso, aun después de pasados los años, violetas de un día que nada marchitó! Abandoné Portugal y atravesé muchos mares, y el dulce perfume me sigue en- tre otros amargos. Ahora cuando me sorprendo contem- plando una frente que su abril decora, un cuello de niña risueña, elegantemente inclinado, siempre pienso que en una frente de quince años la cabellera es bella.”
15 DE ABRIL 1834.