Página:Sainte-Beuve retratos de mujeres.djvu/71

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

74 MADAMA DE DURAS

Eduardo, más extensa que Ourika, es el título literario de Madama de Duras. La escena ocurre en la misma época que Eugenio de Rothelin; los personajes son igualmente sencillos, puros, de una compañía perfectamente elegante, y vernos uno de los tipos más graciosos de amantes que se han imaginado. Mas aquí no es, como en la encantadora producción de Madama de Souza, un ideal de buena con- ducta y de dicha, ni tampoco, como creo haberlo dicho, una especie de pequeño Jean de Saintré o de Galaor del siglo xvi Sufre, no está conforme con su existencia y tiene el sentimiento de la desigualdad social. Algo de esto se ve en Eugenio, cuando el héroe se enamora al principio de Agata, la hija de su buena nodriza; pero los conven- cionalismos intervienen en seruida y triunfan, y hacen bien en triunfar para mayor dicha de todos. En Eduardo, por el contrario, todo es desconsolador y desgarrador; es el mozo plebeyo que se muestra delante de la noble y modesta Natalia en toda la seducción de su timidez, de su sólida instrucción, de su sensibilidad virgen, de su frente que sabe enrojecer; y este mozo es el que más tarde será Barnave u Hoche!. En Eduardo se ven dos épocas, dos sociedades que luchan entre sí, y la desdicha que cae sobre los amantes es el presagio de un acontecimiento futuro. El efecto de las mismas catástrofes sociales que tienen su repercusión en los libros de Madama de Souza y en los de Madama de Duras, es curiosamente diferente. La una per- dió su primer marido y la otra su padre en el patíbulo; las dos sufrieron la emigración; pero las ideas de la pri- mera estaban, por decirlo así hechas ya, sus impresiones grabadas. Si pintó la emigración con sus desgracias fué sólo para describir la sociedad en que fué principal figura. Adela de Sénange, escrita antes de la Revolución, apare-

1 En realidad, Madama de Duras había tomado la primera idea de Eduardo y de su situación desigual de la inclinación que demostró por su hija Clara (después duquesa de Rauzan), M. Benoit, hijo del consejero de Estado, muchacho simpático y de excelentes cualidades, pero que en aquella sociedad mo le habrían aceptado como marido.