ESQUEMA SEXUAL 123
sexual fué una censurable novedad del cristianismo. Estos fundamentos han hecho que el cristianismo, a través de la historia, “sea una horrible desgracia para la humanidad, una fuerza predisponente a trastornos mentales y a concebir ideas malsanas sobre la vida”.
Elevó el cristianismo al celibato a la altura de santidad. Por juzgarla inmoral, atacó la costumbre de bañars2. Digni- ficó la suciedad y la mugre fué el olor de la virtud. “La lim- pieza del cuerpo y su adorno, —decía Pablo,— denota la impureza del alma”. Los cristianos llamaron a lcs piojos “*per- las de dios” y estar lleno de ellos era señal indispensable de un santo varón.
San Abraham, eremita, rehusó en cincuenta años lavarse la cara y los pies. San Ammon no se vió nunca desnudo. Santa Silvia, de setenta años, a pesar de que las enfermedades que había contraído eran consecuencia de sus hábitos de suciedad, se negó a lavarse el cuerpo. Santa Eufrasia juntó en un con- vento ciento treinta monjas que nunca se lavaban las manos ni el cuerpo y que se estremecían al nombre del agua.
Un anacoreta creyó ser víctima de una alucinación satánica viendo pasar ante él, por el desierto, una criatura desnuda, saturada de suciedad, desafiando la intemperie y con la cabe- llera blanca. Era Santa María Egipciaca que llevaba 47 años expiando sus pecados.
4 Duramente se reprendía a los monjes cuando, ocasional- mente, tenían hábitos de limpieza. Un abad célebre opinaba que el baño era un objeto de descontento para Dios.
La única vida elevada era la de castidad perpetua, El des- tino del hombre que amaba la virtud era, según San Jeróni- mo, “cortar con el hacha de la virginidad la selva del matri- monio”.
La iglesia católica tuvo el error de considerar el comercio sexual como pecado, cuando no reunía estas condiciones:
a) Efectuarse dentro de matrimonio;
b) Si no tiene la procreación como única finalidad.
+ Lo peor es que la iglesia no admite la disolución del ma- trimonio, aun cuando sea estéril la mujer. Esto contradice aquéllo de que “es bueno traer hijos al mundo, porque toda alma es capaz de salvarse”.
Con su mísera ética, el cristianismo degradó a la mujer. La