238 HUMBERTO SALVADOR
actitua respecto al sexo, no es sino una de sus formas más nuevas.” ,
Aquí está la ciencia de la cuestión. Aparecen aquí claramen- te diferenciadas la actitud del hombre antiguo y la del hom- bre nuevo frente al problema del matrimonio.
El divorcio burgués no podía tener aplicación práctica, por cuanto las mujeres carecían de independencia económica. La esposa aún odiando a su marido, tenía que soportarlo, porque para ella el divorcio significaba la miseria. Dar grandes faci- lidades para el divorcio, hacer que para él baste una sola vo- luntad, dentro de los regímenes capitalistas, sería un grande error.
Defender la libertad del sexo dentro de las instituciones bur- guesas, sería arrojar a la mujer a la prostitución y favorecer el desarrollo del donjuanismo. Los ricos podrían tener gran número de esposas y las mujeres estarían acechadas cons- tantemente por el hambre, al ser abandonadas por el marido.
Para establecer el divorcio por una sola voluntad, para que triunfe plenamente la libertad del sexo, es necesario dar antes independencia económica a la mujer, de tal manera que ésta no necesite del hombre para vivir, y si se une a él sea sólo por amor.
A la independencia económica sigue la independencia moral. La mujer que se gana la vida, la que tiene una situación po- lítica y social igual a la del hombre, puede divorciarse cuando quiera, no tiene por qué pensar en el adulterio.
Y de hecho sucede —ahí está el ejemplo de Rusia— que cuando el matrimonio puede disolverse por una sola voluntad, la mujer tiene independencia económica y el estado vela por los intereses de los niños, los hogares son más dichosos.
Este fenómeno, contradictorio en apariencia, tiene una pro- funda causa psicológica que lo justifica. El hombre ama aque- llo que es voluntario y siente antipatía por lo que es obligato- rio. Basta que él comprenda que forzosamente tiene que estar unido a la mujer toda la vida —como sucede en el matrimo- nio burgués—-, para que sienta indiferencia por su esposa. Es suficiente que el hombre sepa que cuando él quiera separarse de su esposa puede hacerlo, que ella tiene iguales derechos y se gana la vida por sí misma, para que guarde grande cariño por su compañera.
Conviene insistir ahora en que la revolución moral no podrá