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Página:Salvador Esquema sexual.djvu/245

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ESQUEMA SEXUAL 245

Toda mujer moderna ama el trabajo y aspira a ganarse la vida por sí misma.

Son éstas las características esenciales de la emancipación femenina. Si las comparamos con la situación real de nuestras muchachas, el resultado es desconsolador. Se siente una pro- funda angustia al comprender cuán inculto es nuestro país.

No existe aún la educación libre de la mujer. Somos res- ponsables de no haber creado en nuestras mujeres amor al es- tudio y al trabajo. Si por un momento ellas comprendieran cla- ramente cuánto daño les hacemos con la ridícula educación privada, nos odiarían.

El control de la maternidad sigue siendo ““pecado'” entre la grande y pequeña burguesía. Si en la práctica se utilizan los anticonceptivos, se lo hace en forma empírica y clandestina La mujer continúa siendo “'propiedad del hombre”.

El marido o el amante, dan a la mujer el número de hijos que ellos quieren. Cuando, por intuición o por casualidad, ella habla al esposo de limitar la maternidad, él la llama degra- dada.

El marido burgués cae en sus propias redes. Si no tiene fortuna, su vida es extraordinariamente dura, debido a los mu- chos hijos que debe mantener. Maldice al hombre de su suerte, reniega de la pobreza. Piensa que con uno o dos hijos su vida sería fácil: Pero él mismo tiene la culpa de su tragedia. Los prejuicios le han impedido comprender la cultura moder- na y aprovechar de los adelantos de la ciencia.

Produce honda tristeza el ver qué pronto envejecen las mu- jeres entre nosotros. Si una mujer se casó a los veinte años, a los treinta tiene seis, siete, ocho hijos. Ya está vieja. Los treinta años son apenas la-mitad de la vida. La mujer a los treinta años debería estar en pleno vigor y sin embargo, ya está marchito su cuerpo. Los muchos partos han agotado su energía, han destruído su belleza. Su juventud es un ídolo ro- to. Toda su vida se reduce a cuidar a los niños, cuando no tiene fortuna para pagar una servidumbre numerosa. La mujer, en los hogares proletarios y aún en muchos de la clase media, hace de cocinera, lavandera y planchadora. Los maridos suelen ser egoístas. Es demasiado frecuente que insulten y peguen a sus esposas. La vida de la mujer es incolora, monótona, du- ra. Tiene siempre que obedecer al hombre, su amo: la reli- gión y las leyes así lo prescriben.