PROLOGO
En el umbral de este libro que hoy nace a la publicidad, estas palabras que lo anuncian, abrigan una significación: correla- cionar, en la medida del ámbito disponible, todas aquellas pul- saciones que el autor, hombre de su tiempo, ha sabido recoger de múltiples vertientes del saber contemporáneo, para escla- recer y fundamentor aquéllo que podría decirse biología del derecho. Aportaciones de la anatomía, la fisiología, la endocri- nología, la sexología, la sociología, tienden su red al problema, en el afán de aprisionarle en su totalidad. Y esto que una vista superficial valorará quizá como metodología abigarrada y poli- facética, guarda en su íntima sustancia la uridad y el sentido necesarios para su comprensión. Mi deseo apunta a patenti- zarlos. La humanidad actual extcrioriza su mentalidad y esta- do de ánimo llenando sus horas con una extraña conducta de angustia, opresión y desaliento. Vuelve sus ojos al Oriente y se nutre de sus turbias filosofías. Supervalora al inconsciente y a lo irracional. Apasiónase por todo aquello en que la razón queda ofuscada mientras desbordan los instintos. ¿Qué signi- ficado tiene todo esto? Aparte muchos puntos de vista que pueden servir para encarar su solución, busquemos la expli- cación de estos síntomas en la peculiar postura que los hom- bres contemporáneos, en general, y más aún los occidentales, asumen frente a los eternales valores de la vida y la razón. Pues vida y razón son los polos de atracción de las conductas del hombre; existen conductas en que predominan intereses vitales y otras pletóricas de ingredientes racionales o espiri- tuales. De un lado, aparece el hombre que Scheler ha calí- ficado de apolíneo y del otro, el hombre dionisíaco.
Toda una cultura petrificada en normas y valores que han perdido su eficacia para la nueva sensibilidad humana; todo un edificio construído sobre supuestos éticos, estéticos y juri-
