96 HUMBERTO SALVADOR
Que el niño conviva naturalmente con las personas de su edad y sexo contrario;
Que jamás el sexo sea para el niño un misterio erizado de pecados y peligros; evitar que su virilidad adquiera los carac- teres ridiculos de un mito heroico;
Evitar la camaradería de los internados, cuando la' conduc- ta psicosexual del niño sea sospechosa. La educación en los internados, suele ser peligrosa y, con frecuencia, inmoral;
Imbuir en su alma los rescrtes espirituales que puedan ayu- dar a la rectitud de su desenvolvimiento;
Retrasar el momento del ejercicio sexual. Toda demora en la actividad sexual es una reserva inapreciable para la canti- dad y la pureza de la sexualidad futura.
Y Marañón termina:
“Hay que saber; hay que sustituir el misterio de la sexua- lidad por la verdad del sexo; la castidad peligrosa de la igno- rancia, —que por no saber nada lo presume tcdo—, por la castidad serena de la sabiduría. Por la moral no hay que preocuparse. La verdadera moral está siempre del lado de la luz, de la verdad.”
Pero ahora está ya cristalizada la nueva ética sexual. Es en Rusia donde ha adquirido su más puro esplendor.