Núm. 346
Excmo. Señor:
Los adjuntos documentos manifestarán a V.E. de un modo convincente que los díscolos que abriga nuestro seno, desgraciadamente en crecido número, no se descuidan de aprovechar las proporciones que creen oportunas para introducir la anarquía. Gobiernos representativos, federacion, protector: hé aquí los títulos pomposos i alucinadores de los incautos que quieren hacer valer los seductores para un trastorno de la actual administracion. ¿I no es verosímil que estos van de acuerdo con los del partido de Carrera? Todavía no lo manifiestan, pero sus mismos papeles dan bastante idea para sospecharlo. Agréguese que en ▼Cauquenes, partido limítrofe del territorio donde hacen sus escursiones los Prietos, se conmovió el pueblo i depuso al Teniente-Gobernador, dando cuenta a este Gobierno i pidiendo facultad de nombrar un sucesor.
Ya en otra ocasion hice ver a V.E. que varios puntos del Estado sirven de abrigo a partidas de enemigos domésticos que aspiran a una revolucion por el sistema tiránico. Si en tales circunstancias cometiésemos la imprudencia de permitir a los ▼pueblos el nombramiento de sus gobernantes, se puede asegurar que teniendo un salvoconducto el espíritu de partido, se verian pronto envueltos en la anarquía. Los partidarios de Carrera tienen el maligno talento de atraer secuaces, aumentando su número con los enemigos del sistema. De este modo consiguieron usurpar dos veces el mando, en que perseveraron hasta perder el Estado; i es indudable que, si se les presenta la ocasion, no la sabrán desperdiciar, siendo el último resultado el que habríamos hecho los mayores esfuerzos i sacrificios para tener despues que llorar sin remedio la irreparable ruina de nuestra ▼Patria.
Convengámonos, pues, en que no es este el tiempo de tratar del reglamento sobre los mandatarios de los pueblos. Esperemos a una época ménos turbulenta, que no puede tardar mucho, i esté V.E. firmemente persuadido de que oportunamente la anunciaré, porque nadie desea mas que yo el establecer esa libertad, que, ligando a los pueblos i a las autoridades a la observancia de las leyes patrias, debe formar la felicidad del Estado. —Dios guarde a V.E. muchos años. —Palacio Directorial de Santiago, 1.º de Febrero de 1819. —Bernardo O'Higgins. —Excmo. Senado del Estado.
Núm. 347
Excmo. Señor:
Tengo el honor de pasar a V.E. el espediente de doña Josefa Dumont, en cumplimiento del supremo decreto de 14 de Enero último, que obra al márjen de mi oficio del 12 del mismo. —Dios guarde a V.E. muchos años. —Santiago i Febrero 3 de 1819. —José María de Guzman. —SS. del Excmo. Senado.
Núm. 348
Necesita saber el Excmo. Senado cuáles son los médicos de profesion que con títulos curan en el país, i que Ud. le instruya si hai alguno que, careciendo de esta investidura, se emplea en la asistencia de enfermos con notable perjuicio de la poblacion. No es posible consentir semejante abuso sin contraer una formal responsabilidad; i para tomar S.E. las providencias que corresponde me ordena que, a la mayor brevedad i sin pérdida de tiempo, se sirva pasarle esta razon por mi conducto. —Dios guarde a Ud. —Santiago, Febrero 3 de 1819. —Al Señor Protomédico, Doctor don Eusebio Oliva.
Núm. 349
Devuelve el Senado a V. E. los papeles seductivos de don Francisco de Paula Prieto, de que queda instruido. Aunque el conocimiento de su autor hace despreciable la empresa, ni todos le conocen ni todos distinguen sus planes desconcertados, ni está en el órden creer que por sí solo i sus hermanos se proyecte un trastorno jeneral del Estado. Los enemigos de nuestra causa o los facciosos, que tambien lo son de la actual Administracion, dirijen aquellos pasos, escondiendo su mano hasta los primeros progresos. Los de ménos luces suelen ser mas a propósito para esta especie de revoluciones, porque la ignorancia es mui atrevida. Así, pues, no deben omitirse arbitrios para descubrir a estos caudillos del desórden, encargando a las Comisiones que V.E. haya diputado la conduccion de cualquiera que fuere aprehendido, con una absoluta incomunicacion, a fin de descubrir el oríjen, enlaces i ramificaciones de alguna obra, para poner un remedio radical que, castigando el crímen, sirva de escarmiento en lo sucesivo. —Dios guarde a V.E. —Santiago i Febrero 3 de 1819. —Al Excmo. Señor Supremo Director.