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SESION DE 25 DE SETIEMBRE DE 1820

Cada punto, mi digno amigo, se puede contestar en pocos renglones, i así despacha Ud. breve, que es lo que interesa. Adiós.


Núm. 538


Diario desde el dia que salí de toda la nieve en la cordillera

Octubre 31. En este dia salí de toda la nieve, a la diez de la mañana, i acampé en el Cajon de los Robles; caminé a pié por nieve continua i sin cortarse en parte alguna 18 leguas; dormí dos noches en medio de la nieve sobre piedras, i en una de ellas sin leña ni agua, enfermo de los piés i de la vista, de suerte que los que me acompañaban i aun las débiles cabalgaduras, cuasi amanecieron entumidas o heladas, pues el viento era duro i penetraba hasta los huesos.

Noviembre 1.º En este dia paré en dichos Robles, así para fortalecerme con los mozos, como también que las pocas cabalgaduras tomaran algún aliento i comiesen del bello i frondoso pasto que allí se encuentra. Igualmente envié al paso de Lontué dos esploradores o bomberos para que examinasen i viesen si habia guardias en su paso i vado; los dichos llevaron la órden de esperarme a la salida del Cajon o boquete, i allí con su exámen cierto avanzar el dicho rio i emboscarme en un potrero de la parte opuesta, i procurar hablar con dos amigos de confianza, honor i patriotismo.

Dia 2. Emprendí, pues, mi marcha por el Cajon de Cordillera, cuyo camino es fragosísimo, de mucha piedra i pesados desfiladeros; se atraviesa tres veces el rápido i fuerte estero de los Robles, i se pasa un desfiladero de cuatro cuadras de hielo consolidado. A las cinco leguas de haber caminado por dicho Cajon, que se sale ya al paso del Lontué, encontré a mis bomberos con la plausible noticia de no haber guardia alguna ni recelo el menor para pasar el correntoso predicho rio, el que atravesé con temor bastante, por causa de que todas las cabalgaduras venian rendidas i estropeadas; avancé bien despacio ocho leguas hasta salir al llano de Rio Claro, i aunque lloviendo sin cesar en todo el dia, me embosqué en una colina bastante espesa de árboles; mandé a un bombero a casa de un vaquero de una estancia que estaba cerca, para que nos buscara qué comer, porque ya se habia acabado todo el bastimento con tanto dia de camino; trajo aquél carne, quesos i harina tostada; dormimos sin zozobra hasta mas de media noche. También supe por mi bombero que le habian contado en la casa que compró víveres, no andaba guerrilla alguna i que todo los del lugar de Rio Claro eran patriotas.

Dia 3. Salí de mi emboscada a las cuatro de la mañana, i a las tres leguas me dijeron los prácticos ser preciso me metiese en un monte porque era de dia i debian andar vaqueros o jente por el campo; así lo ejecuté i me oculté en un monte bastante tupido cerca de la estancia de Cumpeu. El capataz de esta hacienda habia sido un sirviente mió en toda la primera campaña de Chile; conocia su honrado proceder i lo mucho que me apreciaba; lo hice llamar i vino a las 12 del dia, trayéndome un grande almuerzo; díjele que respecto de hallarse solo en la estancia, me ocultase en un cuarto dos dias, ínterin enviaba un correo a Talca a buscar a un amigo de mi confianza para noticiarme de todos los asuntos del dia. Contestóme que lo habria hecho con el mayor placer, pero que se lo impedia el haber llegado el cura de Pelarco en la noche ántes a hacer mision en dicha estancia. Me llené de todo gusto al decirme sobre la llegada del cura, porque es un amigo íntimo mió, mui patriota i mui brillante en sus procedimientos. Al momento tomé un lápiz; le escribo andar de aventurero i lleno de trabajos; que urjia para seguridad de mi vida me ocultase i protejiese, etc. Me contestó que, aunque supiera perder cuanto tenia, me ampararía i proporcionaría un todo; pasé, pues solo a las 12 de la noche a su habitacion, pues, mi compañero, dos horas ántes, se habia separado de mí para seguir también sus justas aventuras. Dicho cura, que es el doctor Palacios, así que me vio, me dió un sin número de abrazos; me guardó en su propia habitación. Hablamos largamente de todo lo que pasaba i sucedía en el Estado de Chile, de los proyectos del jeneral, de sus fuerzas, de las contribuciones i de las desgracias de los patriotas.

Dia 4. Permanecí oculto, esperando al correo que envié a Talca a llamar al caballero i amigo que necesitaba para hablar, i que me proporcionase un mozo de toda confianza i secreto para pasar incógnito a la capital.


Núm. 539

En el acto mismo en que US. se dignó confiar a mi conducta la peligrosa i dura comision de pasar a ésta para los fines reservados que ámbos sabemos, se electrizó mi corazon i se llenó mi alma de un fuego patriótico, solo por ser útil, i un mero ájente de la libertad de mi suelo i de todo ese bello país. Pudiera haber puesto a US. varios justos inconvenientes para escusarme i que eran públicos, como el ser enfermo de un antiguado reumatismo i dolores agudos; el no haber pasado jamas nieve i temerle por ser mui friolento; el no ser hombre de a caballo, etc.; pero señor, un entusiasmo por ser libre, un amor por mis semejantes i, en fin, una afectuosa pasión a US., me hicieron olvidar peligros, riesgos e infortunios i despreciar la muerte, no temiendo a los tiranos ni a sus infames cadenas. Despues de 21 dias de una penosa i cruel caminata, abordé a las márjenes del Rio Claro, jurisdiccion de Talca, en donde supe que un eclesiástico, cura