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SENADO CONSERVADOR

infundadamente, se atribuye al Senado sino un vehemente deseo de mejorar la hacienda pública en todos sus ramos.

No se oculta al Gobierno el encarecimiento con que el Congreso de Plenipotenciarios recomendó a la Representación Nacional la formacion de la hacienda, como el objeto mas interesante a la causa pública i mucho ménos la asiduidad con que este trabajó por medio de su Comision Especial de Hacienda para dar movimiento i vida a este ramo tan importante de la administración. El Congreso, desde el momento de su instalacion, exijió al Ejecutivo se le presentase un estado de las entradas del Erario i una razón de sus inversiones i a pesar de las reiteradas requisiciones que hizo con este objeto, jamas pudo conseguir el cumplimiento de sus disposiciones. En la misma época, el Gobierno, por conducto del Ministerio de Hacienda, hizo presente al Congreso que serian inútiles los trabajos de ménos oficinistas para crear un sistema de hacienda i que era necesario encomendar estas tareas a una comision compuesta de economistas. El Congreso creyó indiferentes los medios, siempre que se consiguiese el fin propuesto i convino por otros principios en que el Gobierno mismo hiciese la elección de los individuos que creyese mas a propósito por sus conocimientos para desempeñar tan arduo encargo. El Ejecutivo realizó el nombramiento i la Comision, despues de haber funcionado, se disolvió sin que ni el Congreso ni el Gobierno viese satisfechos sus designios ni el fruto de sus meditaciones i trabajos.

El Congreso, por su pronta disolución, no pudo perfeccionar los trabajos de su Comision de Hacienda, que estaban bien adelantados en la parte económica i para suplir esta falta recomendó al Senado la sanción del sistema de hacienda, encargando a los inspectores fiscales su pronta organización. El Senado, en su acuerdo de 7 de Enero del presente año, reiteró a la inspección el mismo encargo, previniéndole se aprovechasen de lo trabajado por la Comision Especial de Hacienda i haciéndolos responsables ante la Nacion por cualquiera falta i omision en el cumplimiento de tan sagrada comision. Cuando S. E., el Director Delegado, inició al Senado el proyecto para que se levantase un empréstito de 50,000 pesos entre los vecinos pudientes de esta ciudad, creyó oportuno tomar un conocimiento del estado de la Hacienda i de los arbitrios mas asequibles, ántes de ocurrir al propuesto que en los países mas bien constituidos siempre arrastra tras sí el descontento i la alarma. Con este motivo, en sesión de 11 de Febrero, oyó a la inspección fiscal sobre la situación del tesoro público i los medios que podian adoptarse para mejorarlo i subvenir a los gastos de la administración. El Senado, contristado hasta el estremo con la melancólica pintura del estado de la hacienda, contrajo todas sus meditaciones a pensar el plan que debia seguir en la reforma de aquélla hasta que se presentase el ya indicado. Se creyó entonces conducente a este objeto principiar por reformar abusos e impedir el curso de los que habia sancionado la arbitrariedad, con espresa violacion de las leyes. En oficio de 20 de Febrero, número 39, se comunicó órden a V. E. para que se suspendiese la emisión de letras que tan activamente ocasionaba los perjuicios graves a Estado sino que también promovía el descrédito del Gobierno, empeñaba las rentas sucesivas del Erario, reducía a la Nación al deplorable estado de no tener un recurso para cubrir los gastos de imprevistos i urjentes necesidades. Los pueblos i V. E. sabrán valorizar la importancia de esta medida, que salvó al Estado del inminente peligro de tocar el estremo de su nulidad fiscal.

El Lejislativo, secundándolas disposiciones del Congreso i deseando imponerse mas a fondo de los pormenores de la hacienda, exijió al Gobierno, en su nota de 20 de Febrero, número 38, el presupuesto de gastos del presente año i la inversión de los caudales públicos en el anterior, apoyándose en la facultad que le atribuye el número 17 del artículo 39 de la Constitución. V. E. sabe las contradicciones i obstáculos que se presentaron al cumplimiento de esta determinación, a pesar de que jamas pudo dudarse de las ventajas que ella producía i de la satisfacción que proporcionaba a los pueblos, el conocimiento de los objetos a que se destinaban los productos fiscales i los sacrificios a que debian prepararse para el sosten del órden social. Sin embargo, su cumplimiento fué precedido de requerimientos que, sin duda, se reputaron por oposiciones formales a las miras del Gobierno.

No fueron estas las únicas medidas que el Senado puso en planta, en conformidad del plan que se habia propuesto para mejorar la hacienda, sino que, dirijiendo sus benéficas miradas aun a la conducta de los administradores de rentas públicas, adoptó, de acuerdo con el Ministerio, algunas disposiciones del caso. El observó los males que causaban las devoluciones al Erario i los diversificados fraudes a que daban lugar, i no trepidó un momento en tomar excitativa para su suspensión, según se verificó en nota de 23 de Febrero último. El valorizó igualmente, despues de plantificada aquella medida, las utilidades que podia producir al Estado el establecimiento de los almacenes francos i la necesidad que habia de ellos e igualmente excitó a V. E., en su nota de 26 de Abril, para su pronto establecimiento i construccion en el puerto de Valparaíso. Si como V. E. espone, en su nota a que se contesta, las reformas en hacienda deben hacerse poco a poco; el Senado ha obrado con maduro acuerdo en la promocion de las medidas indicadas i ellas son el mejor documento del celo con que ha mirado la organización de las rentas fiscales.

Aunque el Gobierno haya olvidado las jestiones que se han detallado por el tiempo que hace