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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo I (1810-1814).djvu/53

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ACTA DE INSTALACION

o aquéllos que la ejercen son los grandes representantes de la nacion, órganos de su voluntad, administradores de su poder i de su fuerza.

El mas augusto atributo de este poder es la facultad de establecer las leyes fundamentales, que forman la constitucion del estado, i el artículo mas importante de esta constitucion es el establecimiento del poder ejecutivo i la organizacion del gobierno.

El gobierno es la fuerza central custodiada por la voluntad pública para reglar las acciones de todos los miembros de la sociedad i obligar los a concurrir al fin de la asociacion. Este fin es la seguridad, la felicidad, la conservacion del estado.

Para prevenir los grandes inconvenientes que nacerian de las pasiones, todos los pueblos de la tierra conocieron la necesidad de sujetarse a una fuerza que conservase el órden.

Este es el gran principio del órden público establecido por la divina providencia. Así es como todo poder se deriva de Dios. Non est potestas nisi a Deo. Nosotros desobedecemos a Dios si resistimos a la autoridad pública establecida por el órden de Dios. Qui resistit potestati, Dei ordinationi resistit. Así es como leyes necesarias conserdan el órden del universo, i leyes naturales, igualmente necesarias, dirijen a los hombres i sostienen el órden de las sociedades. Estas leyes nos prescriben la obediencia a la autoridad que establecen ellas mismas, i fijan las obligacion es de los majistrados i de los súbditos. De la observancia de estos deberes recíprocos nace la dicha de los pueblos i su libertad, que es hija de la equidad i de las leyes. Su trasgresion induce la licencia, azote horroroso de la sociedad. La licencia se confunde con la anarquía de los gobiernos populares. A ésta sigue necesariamente la tiranía. Las naciones fatigadas por la anarquía se consolaron de sus desórdenes en el seno de los tiranos.

Pero pronunciemos francamente la verdad. El oríjen de los males que han sufrido los pueblos, estuvo siempre en sus gobiernos respectivos. La opresion precedió a las sediciones. Si se aborreció a las autoridades, fué porque se habian hech odiosas. Los hombres mas groseros distinguen un gobierno opresor de otro que proteje. La confusion i debilidad de la administracion produjo siempre la anarquía i la licencia. Si los pueblos no conocen sus verdaderos intereses, sus derechos i las miras sábias de sus directores, es por el descuido que hubo en ilustrarlos, es porque no se ha formado por medio de la instruccion jeneral la opinion pública.

Esta es un agregado de ideas trasmitidas i perpetuadas por la educacion i el gobierno, forticadas por la costumbre. Esta opinion hace a los pueblos libres o esclavos, i forma el carácter nacional. Naciones jenerosas en otro tiempo bajo la idea de la libertad, se hicieron abyectas i despreciables bajo las ideas amigas de la servidumbre. La opinion, cómplice de la tiranía, comunicó a sus almas tímidas la insensibilidad.

Si la opinion, pues, pudo tornar a los griegos i los romanos de libres i valerosos en esclavos infelices ¿no podrá la verdad obtener que los hombres fatigados de miseria sean ciudadanos jenerosos, estusiastas de sus atributos sociales? ¿No inflamará alguna vez la imajinacion? Este noble sentimiento, despertado en el ánimo de los bretones, de los batavos, de los bostoneses, les hizo desplegar un gran carácter. Un hombre solo civilizó a la Rusia. La gran revolucion de ideas i de carácter es obra de una administracion activa, patriótica i magnánima. Esta revolucion es la primera de sus maravillas. Sin ella, los mejores intentos son quiméricos. En verdad, es mui difícil establecer las mejores leyes sin preparar ántes para ellas el espíritu de los pueblos. Parece que no todos son dignos de ser libres. La sublime idea de la libertad nacional, en cuya presencia han de desvanecerse muchas preocupaciones, muchos intereses momentáneos i mezquinos, no se ha hecho para corazones llenos de los vicios de la servidumbre, ni para espíritus envueltos en preocupaciones tenebrosas. Si supiesen algunos, decia un sabio, a qué precio se adquiere i conserva la libertad, i cuánta es la austeridad de sus leyes, la preferirian al degradante despotismo, que no exije el sacrificio de las pasiones.

I es cierto. Sobre sacrificios, sobre virtudes, sobre luces ha de elevarse el trofeo de la razon i de las leyes. Jamas fué libre un pueblo que no tuvo a su cabeza hombres magnánimos, ilustrados i virtuosos. Consultad la historia: vereis la libertad i la gloria de las naciones elevarse sobre esfuerzos heróicos, sobre sistemas bien meditados i seguidos. El afecto de los pueblos ha consolidado estos sistemas; su indiferencia los ha destruido sin recurso. El amor de los pueblos es la recompensa de la beneficencia, de la integridad i del celo patriótico.

Esta recompensa inestimable, unida a una fama inmortal, el aprecio de toda la América i de todo el mundo, las bendiciones de todas las edades, esperan, ilustres ciudadanos, vuestras medidas, providencias i sanciones. Los pueblos de las numerosas provincias de ambas Américas, los sabios que en ellas florecer, tienen fijos los ojos en el primer Congreso Nacional que se ha formado en tan memorables circunstancias.

¡Cuántos elojios brillantes se preparan a vuestra prudencia, integridad i patriotismo!

Pero si se malograsen momentos tan felices, si se desvaneciesen tan dulces esperanzas ¡qué oprobio nos cubriera, qué cadenas de males se ag rava ran sobre nosotros!

¡Lejisladores! enterneceos; mirad con compasion la suerte de los pueblos cuyos destinos están en vuestras manos. Gustad el placer de hacer dichosos. Inmortalizad vuestro nombre i el de la patria.

¡I vos, árbitro soberano de nuestra suerte, pa