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SESION DE 27 DE JULIO DE 1826

ber: ha conocido también que no se trata de otra cosa que de sorprenderla de un modo capcioso. Las miras no son en beneficio de esa provincia; las miras del señor Zañartu, son la esclavitud de toda la República, i Concepción, como todas las demás, tendrá que pedirla despues.

Si Concepción, como ha indicado el señor preopinante, ha sufrido algunos perjuicios durante la guerra, le deberán ser indemnizados por toda la Nación, i no puede reclamar sino a ella; de ésta solo debe esperar ventajas verdaderas, i no aquella otra quimérica i aparente. En consecuencia, creo que el Congreso debe contestar al Gobierno, que la provincia de Concepción ha hecho su deber al rechazar la gracia que, con capciosidad, se le brinda por don Miguel Zañartu; que no puede esperar otras que las que le vengan de una autoridad lejitima, que no puede ser otra que la Representación Nacional de toda la República.

El señor Eyzaguirre. —Me parece que el dictámen que ha dado la Comision, acerca de este negocio, se termina a no poner en discordia aquella provincia con ésta, i nada se clirije a la conducta del señor Zañartu, que sea de éste o de otro modo. De consiguiente, creo que dicho dictámen no seiá, como se dice, perjudicial a los intereses nacionales. Así, sería bueno decir a la provincia de Concepción que va luego un Enviado cerca del Gobierno del Perú, con quien solicitará lo conveniente a los intereses jenerales de la República; de este modo se concilian las opiniones. Me parece que la Comision ha tenido presente que el aliciente delinteres es bastante fuerte para cerrar absolutamente la esperanza a aquel pueblo, de conseguir que obrase lo que se le ofrece. Decirle que esto se le negará, es lo mismo que decirle que se va a su felicidad; de consiguiente, el que la Comision lo haya hecho, no es para apoyar la acción de Zañartu, que yo también la creo injusta.

Declarado bastantemente discutido el informe de la Comision, se leyó el artículo I.°, i se aprobó por unanimidad.

Se leyó i puso en discusión el artículo 2.º

El señor Benavente. —Hacerlo mas jeneral creo que es la opinion de la Sala; decirle a Concepción que el Enviado que camina al Perú celebrará con aquel Gobierno los tratados de comercio que sean mas útiles a la Nación.

El señor Infante. —La Nación es la que debe encargarse de los negocios de las provincias. Un Enviado a una potencia estranjera solo puede tratar de asuntos nacionales.

El señor Meneses. —Me parece que puede decirse a la provincia de Concepción que el Enviado que debe ir a Lima, entenderá de los intereses puramente nacionales, i que la Representación Nacional tendrá mui a la vista los intereses de Concepción.

El señor Fariñas. —Hemos de estar convencidos en estos principios: que la República de Chile es una, indivisible, i de consiguiente, todos los ciudadanos deben llevar iguales cargos i privilejios: no hai lugar a privilejios particulares, sin ofensa de toda la Nación chilena. De consiguiente, cuando se manda un Enviado cerca de un Gobierno estraño, no va por el punto A o por el punto B, sino por la masa común. Si por un momento nos ponemos en caso de considerar los esfuerzos particulares de las provincias por la libertad de la República, ¿que título alegará una de ellas que la haga mas chilena que cualquiera otra? Si todos somos chilenos tenemos igual representación; tenemos tanto derecho para optar como para sufrir las cargas de la Nación. Cuando un Enviado fuese a tratar intereses particulares de una provincia, tal vez ruinosos a la Nación, no seria ya un Enviado de ésta sino de aquélla. El privilejio que ha dicho un señor preopinante, que ni debe llamarse privilejio, sino un veneno bajo una aparente miel, de ningún modo debe esperarlo de un Gobierno estranjero. ¿Quién ha declarado hábil a la provincia de Concepción para recibir privilejios de una nación estranjera? Si es indubitable, la Nación dejará de serlo, teniendo esa facultad cualquiera de sus provincias. Por consiguiente, mi dictámen es que el mensaje que vaya al Perú debe contraerse al todo i jamas a ninguna parte de la Nación. Si las provincias del Norte pretendiesen otro tanto, las demás tendrían un justo motivo de censurar su conducta, porque todas son chilenas i todas deben ser de igual condición. ¿Quién mas chileno que yo? I por eso soi mas chileno que los otros. Si empezamos a conceder excepciones i privilejios esclusivos, todo el resto se quejará i se quejará con justicia. Señor, que Concepción ha sido el teatro de la guerra; todas las provincias han hecho sacrificios durante la guerra, todos hemos guerreado. La sangre del Norte ha corrido del mismo modo que la del Sur i el Centro; las fortunas de todos han padecido igualmente, i todos hemos contribuido por nuestros esfuerzos a la libertad.

El señor Benavente. —Por contraerme a la discusión i al órden, no habia hecho algunas observaciones que seria conveniente se admitiesen; mas, ahora que se ha puesto en discusión el artículo diré que si la gracia que se ha concedido por el jeneral Bolívar a la provincia de Concepción tuviese efecto, seria mas bien gracia para el Perú; hé aquí una paradoja que no será mui difícil esplicar. Es verdad que unas provincias han guerreado mas, que otras; mas, estos compensativos o indemnizaciones, es necesario que los decida la Nación. Yo creo que propondría un medio, que seria útil realmente a la provincia de Concepción, i que una lei justísima desbaratase esa trama infame con que se le quiere alucinar. Al mismo tiempo, yo creo que el Congreso nunca habrá dado un paso hácia la prosperidad nacional, miéntras que no declare que sus frutos son enteramente libres en su esportacion; pero esto es demasiado largo.