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CONGRESO NACIONAL

para repartir la presa entre quienes no invisten ningun título lejítimo de poseerla. Si hayan de sernos inútiles los bondadosos afanes de nuestros mayores por asegurar nuestra subsistencia, i si la retroactividad de la lei deba manchar nuestras tareas.

Estamos segures que vuestra resolucion será tal cual nos la prometen la integridad i justificacion de la Sala, i que vuestra sabiduría suplirá lo que en este borron no ha permitido enmendar la premura del tiempo.


Núm. 142 [1]

¿Será verdad que vivimos en un gobierno democrático? —Lo es, responden jeneralmente todos; ese es el sistema que hemos adoptado.

Seremos víctimas ántes que retrogradar, dicen muchos; mas, a la verdad, debemos creerlo de mui pocos o persuadirnos en honor de aquéllos, que han equivocado el juicio que forman del sistema que proclamaron i de las protestas que le hacen. ¡Ojalá no fuese esto una eterna verdad! Otra sería entonces la marcha de Chile, otros sus progresos en la carrera de sus mejoramientos políticos! Diariamente se nos presentan testimonios irrefragables de aquel convencimiento, i aunque siempre propensos a no creer lo que no nos acomoda, les buscamos un oríjen distinto, al fin es preciso confesar que él consiste en esa dolorosa equivocacion, si no queremos apelar a otra causal aun mas sensible, la de que los labios pregonan lo que detesta el corazon, la de que queremos un gobierno democrático, solo en cuanto lisonjee determinadas pasiones, lo que es decir que éstas i no el sistema, forman nuestra aspiracion. Sea léjos de nosotros esta presuncion desconsoladora; sin ella se salvan los fenómenos políticos que observamos i el honor del país, el deber i nuestro propio deseo nos conducen a fijarnos mas bien en esa equivocacion de principios, oríjen siempre triste, pero mas disimulable.

Los dos últimos meses del año 1826 han sido fecundos en sucesos que seguramente detienen la imajinacion i presentan un vasto campo a estas reflexiones. La Representacion Nacional es el espejo en que nos miramos i el termómetro que nos marca los grados de adelantamiento o atraso. Allí hemos visto tratada, entre otras, la cuestion de mayorazgos, i ella nos ha puesto en la dolorosa necesidad de variar el concepto que teníamos de los ajigantados pasos de la ilustracion del país.

Aun viven de asiento en él las antiguas preocupaciones i es demasiado descubierta la tendencia a la aristocracia. Felizmente, este oficio cuasi puede considerarse ceñido a los límites de un pueblo; afortunadamente en el mismo hai un ejército respetable de ideas libres, un número corto, pero mui valiente, de verdaderos republicanos, decididos a propagar la influencia bienhechora de sus principios o a sepultarse para siempre en sus ruinas. En ellos está cifrada la esperanza de Chile, como lo estuvo en otro tiempo la de toda la América, en el corto número de patriotas diseminados por la superficie del Nuevo Mundo.

El interes personal es la piedra de toque donde cada hombre significa sus quilates; la cuestion de mayorazgos se roza con él, i era consiguiente que nos descubriese hasta qué grado podia contarse con la virtud de algunos interesados. Estamos convencidos de que no sube mas allá del caso en que se hermane bien con su propia riqueza i así que ésta ha parecido algun tanto ménos opulenta, se han olvidado los sentimientos de humanidad, se ha cerrado el oido al clamor de la justicia, se ha menospreciado la conveniencia jeneral; i no hai filosofía bastante para consolarles de una pérdida que consideran como real i efectiva, siendo propiamente imajinaria.

Los incidentes ocurridos en la materia han suministrado esta idea i ellos nos ponen en la sensible necesidad de volver a tratarla. Somos convencidos de que nada nuevo podremos añadir a lo que sabiamente se ha hablado i escrito a este respecto, lo estamos igualmente de que no hai convencimiento bastante para variar la resolucion que ha formado un determinado número de personas con que se sostiene esa institucion bárbara, por propio inferes, por fanatismo i preocupacion, por un imprudente respeto a los que vieron desde su nacimiento, o por una caprichosa parcialidad, o espíritu de partido, siendo mui raros los que se engañen hasta el punto de sostener por otras causas esa institucion ominosa No entramos, pues, en el temerario empeño de convencerlos, porque es bien supérfluo intentarlo con quien tiene una voluntad decidida de no rendirse al imperio de la razon. Buscamos una voluntad libre i capaz de someterse al convencimiento, i nos dirijimos especialmente hácia los lejisladores que van a sellar con su resolucion, o el oprobio de la ilustracion de Chile, o el signo inequívoco de sus adelantamientos.

No están mui poseídos del oríjen de los mayorazgos los que en una República se avanzan a sostenerlos. La historia fatal de ese monstruoso establecimiento, traído a nosotros con el estandarte de Pizarro, nos convence que él fué discurrido como el invento mas a propósito para contrariar los designios de la naturaleza, por cuyas inmutables leyes no es admitida esa injusta desigualdad entre los hijos de Adan. Esta contrariedad era entónces acorde con el espíritu de necio orgullo, propio de la ignorancia, de aquellos tiempos; sin embargo, el nacimiento de tal institucion fué tan oscuro i arbitrario que no se atrevió a dar francamente la cara en España hasta siglo i medio despues dei testamento de don

  1. Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Mayorazgos, tomo XXII, año 1827, pájina 63, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)