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SESION DE 14 DE SETIEMBRE DE 1835

res que se tienen alquiladas por el Fisco, cuyos cánones se satisfacen puntualmente. Para reparar los daños que ha causado el temblor de Febrero, se han levantado cuarteles provisionales en Chillan i en la frontera.

Se ha construido en los Anjeles un galpon también provisional para que sirva de hospital militar, en el que pueden curarse hasta ochenta enfermos, porque carecía absolutamente la tropa de un local apropósito, sino eran unos cuantos ranchos estrechos e incómodos. Solo en Chillan se ha sostenido un hospital militar por cuenta del Erario.

El Ministerio no ha podido formar un juicio exacto sobre su administracion i servicio. Los dos cirujanos que existen allí dotados, le merecen su confianza, i su moralidad i conocimiento profesionales prometen el mejor desempeño. Se dispuso en este año fuese visitado por el cirujano mayor para que propusiese las mejoras i reformas que demande; pero varias circunstancias i principalmente la guerra, impidió esta necesaria visita que se realizará concluido el invierno.

En todos los demás pueblos de la República, los militares son curados en los hospitales de caridad, pagando el Fisco tres reales diarios por cada hombre de sarjento abajo, deduciendo tres pesos mensuales de cada plaza que ha ocupado una cama.

Bajo los números 20, 21 i 22 acompaño los partes remitidos por el Jeneral en jefe del Sur sobre los estragos esperimentados en las plazas de la frontera. Pero, en estas i otras que no han sido comprendidos en dichos partes, se han ejecutado obras para poner el Ejército a cubierto de la intemperie en la presente rigurosa estacion de las aguas; i al mismo tiempo, para cubrir la línea constantemente amenazada por los bárbaros desde el mes de Noviembre último.

Naturalmente he venido a tocar un asunto que ha dado materia abundante para grandes discusiones; i es la guerra con los bárbaros, guerra que si se pone en conflictos a los habitantes de las fronteras con la desolación e incendios de sus campos i riesgos de sus vidas, conmueve también la sensibilidad de los buenos chilenos por las desgracias que acarrea a una nación valiente, digna de cultura i que adorna los anales de Chile. I a la verdad, ¿qué otro pueblo de bravos conocemos que tenga el imponderable arrojo de atacar repetidas veces sin mas arma que una lanza sostenida por su robusto brazo, a igual número de soldados provistos de pólvora i bala despedida diestramente por el cañón destructor? ¿I qué diremos si en lucha tan desigual logran, como se ve muchas veces, arrebatar la victoria a su enemigo u obligarlo a una violenta retirada? Todo chileno siente en el fondo de su corazon el mas grato placer al escuchar o referir las antiguas i modernas proezas de los héroes araucanos, i todos se glorían de que este pueblo esté situado dentro de los límites de la República.

Es sabido que los indios desde el principio de nuestra revolucion se dividieron en dos partidos, unos abrazaron la causa española i otros, la de la Patria. Esta division ha sido de consecuencias desastrosas, no solo para ellos mismos sino también para nosotros Desde esa época nos han hecho una guerra destructora, dirijidos las mas veces por diferentes caudillos enemigos de nuestra causa. Ellos se han esparcido por las provincias arjentinas, robando i asolando cuanto encontraban, i con frecuencia se han asaltado mútuamente del modo cruel que se acostumbra entre pueblos bárbaros.

Esta situacion violenta i terrible nos ha dado afortunadamente algunos aliados de entre ellos mismos; alianza que siempre ha sido i será importante conservar; ella nos suministra hombres i noticias i nos ayuda a cubrir nuestra frontera; por consiguiente, es de necesidad que, por nuestra parte, suministremos a nuestros aliados recursos i fuerzas que los pongan a cubierto de sus enemigos que, siéndolos también nuestros, nos importa destruir; i ved aquí, señores, el oríjen de la guerra del Sur, como lo esplica mui bien el Jeneral en jefe en su parte jeneral, que tengo el honor de presentaros bajo el número 23 i los demás desde el 24 al 28. Ellos serían suficientes para instruiros; mas, como de esta guerra se ha hablado con tanta variedad i aun con alguna acrimonia, me veo precisado a entrar en algunas lijeras esplicaciones.

A mi ingreso al Ministerio se trataba sobre la necesidad de cubrir nuestras fronteras avanzando su línea mas adelante. Con este fin debía hacerse una entrada con un considerable Ejército, para castigar i escarmentar sériamente a nuestros mas encarnizados enemigos i crueles ofensores de nuestros amigos. No solo se creyó posible lo espuesto, sino también mui fácil la empresa de destruirlos completamente o reducirlos de modo que no pudiesen impedirnos en adelante el goce pacífico de los terrenos que ocupásemos; aprovechando las favorables circunstancias de la cruelísima guerra que se estaban haciendo mútuamente; la solicitud de varios caciques amigos que pretendían se colocasen algunos fuertes al frente de sus posesiones, para quedar cubiertos de las invasiones que habían esperimentado, i la distraccion de las principales fuerzas de los enemigos, pues que se habían dirijido a las pampas de Buenos Aires para saquear i aniquilar aquellos pueblos.

El Jeneral hizo marchar al otro lado de las cordilleras una division de nuestras fuerzas, acompañada de algunos indios auxiliares, al mando de un valiente i esperimentado capitan, para que atacase i destruyese en su regreso a los indios que volviesen con su botin de sus correrías por las pampas; i al dar parte al Gobierno de esta medida, espone haber llegado la oportunidad de efectuar la empresa indicada, de tomar posesion del territorio araucano i la reduccion de sus ha-