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CÁMARA DE SENADORES

cosa singular, la América, medio mundo, no ha encontrado una sola vez la mas lijera simpatía en algun individuo de cuantos han compuesto las diversas autoridades i Gobiernos españoles que se han sucedido. Sin una honrosa excepcion, solo se ha respirado en España odio, sangre i venganza contra los americanos. Al fin ya de la contienda, fué necesario privar de toda esperanza de triunfo a los españoles para obligar a un ejército sin defensa a que celebrase un tratado, obligándose en el siglo XIX a no hacer la guerra como caníbales, el cual ha quedado para monumento eterno con el título de tratado de la regularizacion de la guerra de Colombia. Un enemigo jeneroso tiene derecho a esperar actos de jenerosidad, cuando no se equivoquen con la debilidad o el descuido, un enemigo implacable no merece mas que lo que nuestra probada conveniencia nos empeñe a ofrecerle.

No hai otro modo de juzgar de lo que es capáz la España sino por una revista de la conducta que ha guardado hasta aquí. Un solo paso no ha dado en veintitrés años, ya sea buscando una reconciliacion o ya adoptando algun medio para entrar en negociaciones de alguna clase, si no quiere llamarse tal, el que promovido por las Cortes de veintitrés en su última agonía, quedó sin efecto i desaprobó altamente el Rei. Tal fué el nombrar comisionados no mas que para oir lo que querían los americanos, negándoles toda autorizacion para otro acto. Ni se habría dado este paso si no hubiesen esperado las Cortes prontos auxilios pecuniarios de la América para sostener la guerra que temían de Luis XVIII. Cuantas proposiciones han hecho los americanos, cuantas tentativas han practicado otros Gobiernos, todas han sido rechazadas aun sin querer tomarse en consideracion, olvidando España sus mas caros intereses i desatendiendo el influjo de sus mas poderosos protectores. Cansado está el Gobierno de Su Majestad (decía un Ministro inglés) de aconsejar al Rei de España que entre en tratados de paz con las Repúblicas americanas. Antes de reconocer la Inglaterra la Independencia de América instó al Gobierno español a que, aprovechándose de las circunstancias que debían tan pronto variar, hiciese una paz de que indudablemente debía sacar ventajas. Los Estados Unidos de Norte América repitieron después empeñosamente las mismas instancias, ofreciendo tambien su mediacion; las ha hecho la Francia; las repite todavía la Inglaterra, i el Gobierno español permanece inexorable. En 1827 propuso el Gobierno de Colombia, hallándose en su mayor esplendor i con la opinion i el nombre de Bolívar, una tregua que no bajase de veinte años, quedando entre tanto abiertas las relaciones comerciales, todo bajo la mediacion de la Inglaterra, quien retiró sus instancias para que se aceptase. La mas dura repulsa, sin querer entrar en exámen de lo que se proponía, fué la contestacion del Rei Fernando. La España mantiene hoi mismo su Consejo de Indias, sus departamentos coloniales, todo el ceremonial de su dominio en estos países; espide decretos abriendo puertos i estableciendo regulaciones comerciales, como si existiesen sus colonias de 1808; i por último, no hai una ocasion o un solo arbitrio de hostilizarnos que no ponga en planta. En la Habana continúa con teson incansable los preparativos de fuerzas marítimas i terrestres para invadir la América; i el Rei Católico reclama i oprime al Soberano Pontífice para que se convenga en que queden eternamente abandonadas las diócesis de América como medio de hostilizarnos con la falta de recursos eclesiásticos. A un enemigo de esta clase i con tales disposiciones actuales, ¿ofrecemos graciosamente nuestras comunicaciones i comercio, con peligro de nuestra existencia i de la de otras Repúblicas que seguramente no han promovido ni aplaudirán nuestra lei?

¿I qué ventajas nos trae ésta? Chile no necesita efectos españoles de que no esté surtido i pueda surtirse fácil i cómodamente. Las franquicias que concede el proyecto servirían para atraer a nuestro país poblacion, industria, capitales e ilustracion. Estos son precisamente cuatro artículos de que carece España.

En fuerza de todo lo espuesto, las Comisiones son de sentir que puede el Senado adoptar el proyecto o resolucion siguiente:

"El Presidente de la República podrá, si lo tiene por conveniente, entrar en negociaciones de paz con el Rei de España, prévio el reconocimiento de nuestra Independencia, aprobando desde ahora el Congreso Nacional los artículos de su Mensaje de 26 de Junio último, como estipulaciones que pueden tener lugar en dicho tratado."

Los señores Senadores don Diego Antonio Barros i don Manuel Gandarillas han sido de opinion de que se adopte el proyecto de lei. —Santiago, 11 de Julio de 1833. Fernando Errázuriz. —Mariano de Egaña. —José Vicente Izquierdo. —J. Antonio de Huici.


Núm. 235

Señores:

El proyecto de lei sobre abrir el comercio directo a los españoles, que presentó el Presidente de la República en su Mensaje de 26 del pasado, es un documento que por sí solo acredita la sincera política que preside las deliberaciones del Gobierno de Chile. Por él se descubre al mundo que después que los chilenos vencieron a los españoles en la guerra de la Independencia, que consolidaron ésta i que han establecido un réjimen para conservarla, depusieron aquellos rencores que fué preciso suscitar para introducir un entusiasmo patriótico, sin el cual todos nuestros esfuerzos habrían sido inútiles por la situacion