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CÁMARA DE SENAD0RES

del 12. Si entonces no hubiese sido atendido el señor Lavalle, justamente debería decir que el Gobierno del Perú no solo permanecía en inaccion, sino que desoía las justas pretensiones del representante de Chile; empero, el señor Lavalle dejó pasar esa oportunidad, en que el Gobierno pudo emplear con suceso sus nobles sentimientos para cortar prontamente el mal en su principio, pues ahora cualquiera providencia lo correjirá pero no lo embarazará.

Aquí debiera terminar el infrasrito su comucacion,supuesto que,como deja dicho, defiriendo a los deseos del señor Cónsul, ha mandado formar el sumario para el debido esclarecimiento del hecho, que ha motivado estas comunicaciones; pero como el señor Cónsul, en su última nota se encarga tambien de hacer interpretaciones poco favorables al Perú, en la conducta que observara en igual caso con Bolivia, o algun otro pueblo, el infrascrito cree de su deber manifestar al señor Cónsul, que su Gobierno desde luego está obligado por derecho perfecto, con las Repúblicas con quienes tiene tratados existentes, i que no han puesto en problema la autoridad de S.E. el Presidente de la República, a guardarles la reciprocidad necesaria, i a corresponder los buenos oficios que han sabido emplear en favor del Perú, en la malhadada época de Salaverry; pero esto no quiere decir que se complazca en que de su territorio se lleve la discordia a un Estado con quien no tiene tan sagrados compromisos i deberes, ni que fuese capaz de desentenderse de emplear toda su enerjía, desbaratando el plan forjado por los chilenos, si hubiese llegado a su noticia cuando pudo remediarlo satisfactoriamente.

El infrascrito repite nuevamente que existe diferencia entre el caso presente i el del Jeneral arjentino López. En un pais pequeño es fácil descubrir cualquier plan o combinaciones, pero nó en una ciudad populosa como lo es Lima, en donde ademas se encuentran mil recursos para realizar proyectos sin que se trasciendan, como ha sucedido con el de que ahora se trata. Si, pues, en Bolivia se procedió de otro modo, ha sido sin duda por las razones que se han enumerado, prescindiendo de otras que, por no alargar mas esta nota, omite el infrascrito. El Gobierno ademas no está obligado a velar sobre la conducta de los emigrados de otras Repúblicas, a seguir sus pasos para descubrir sus miras, ni a coartar las opiniones de algunos ciudadanos sobre el mal o buen éxito de esta o aquella empresa. Pueden opinar como mejor les pareciere, segun sus intereses privados, sin que por esto se diga que esa es la opinion pública i de ninguna manera la del Gobierno.

Ultimamente, habiéndose mandado formar el sumario para el esclarecimiento de todos los puntos que formen una cabal idea del suceso, el infrascrito cree inútil entrar en otras discusiones que pueden reservarse para cuando se concluya aquella dilijencia.

El infrascrito renueva, con este motivo, al señor Cónsul Jeneral de Chile la distinguida consideracion i alto aprecio con que se reitera su atento servidor. —Ministerio de Relaciones Esteriores. —República Peruana, Jefe superior militar del Departamento. —Lima, 18 de Julio de 1836. —Trinidad Morán. —Al señor Cónsul Jeneral de la República de Chile, don Ventura Lavalle.


Núm. 187 [1]


Estracto de la causa seguida contra don Salvador Puga i cómplices

Por la declaracion de José Rojas, natural de Chile, i uno de los principales que contribuyeon hacer la revolucion en la fragata de guerra Monteagudo, en la altura de Juan Fernández, el 1.° de Agosto, consta que este individuo se embarcó en el puerto del Callao en el espresado buque, en calidad de marinero, el 7 de Julio último con destino a Guayaquil; que el siguiente dia encontró entre las islas del Pelado i Mazorca al bergantin de guerra Orbegoso, a cuyo capitan preguntó el de la Monteagudo si se hallaba abordo don Ramon Freire; i habiéndole contestado que nó, le previno le esperase en la isla de Mazorca, a donde llegaría en una lancha o goleta. A las cuatro de la mañana del dia 8 del citado Julio, el capitan de la Monteagudo volvió a preguntar al del Orbegoso, si estaba ya embarcado don Ramon Freire, i le fué contestado que sí. Inmediatamente el bergantin mandó poner en facha a la fragata, adonde pasó una lancha provista de tablones, fierro, pólvora, tercerolas, cuchillos de combate, piedras de chispa i varios individuos con destino a trabajar en la maestranza.

Que, en el mismo acto, se trasbordó don Salvador Puga del bergantin Orbegoso a la fragala, a cuya tripulacion dió aquel a reconocer por primer teniente a Roberto Robinson, i por alférez de fragata a Bernardino Ramírez. Verificado esto repartió Puga varias proclamas firmadas por don Ramon Freire, a quien el capitan de la Monteagudo dió a reconocer por Jeneral, gritando en seguida ¡viva el Jeneral Freire! Que, infiriendo el declarante por todo lo que veía, que el objeto de la espedicion era atacar al Gobierno de su pais natal, se dirijió a Manuel Zapata, Juan Calderon i otros varios, i les dijo que era preciso morir mil veces ántes que combatir contra su patria; i desde aquel momento se convinieron en hacer la revolucion ántes de llegar a la isla de Juan Fernández.

  1. Este documento ha sido trascrito del periódico El Araucano, número 313, correspondiente al 2 de Setiembre de 1836. —(Nota del Recopilador.)