que forman la guardia cívica. El segundo consistiria en aumentar el sueldo al soldado i a nuestro entender, llenaría el objeto, de un modo bastante completo. Esto puede conseguirse con un gasto de treinta a cuarenta mil pesos anuales. Creemos que no es comprar mui caro la mejora de una parte tan importante del servicio público. Los pueblos no deben ser pródigos: pero deben ser justos i pagar bien a quien siempre les sirve bien.
Désele al soldado un enganche de doce pesos, ocho pesos mensuales, no se le retenga un dia mas de los cinco años estipulados en su filiacion, cesen las condenas al servicio militar i de hecho las fias se llenarán de hombres buenos. Puesto así el soldado en mejor condicion que el gañan i aun que algunos artesanos, habrían voluntarios i quizás supernumerasion aspirantes como en tiempo de los españoles, en que la condicion del soldado era superior a la del gañan. A mas con esos voluntarios no se verá en los cuerpos esa serie, esa escala de Jacob de hombres que entran i salen en una proporcion indefinida: el delincuente no podria ya burlar las leyes i recibiría el condigno castigo de sus faltas, miéntras que, destinándolo al servicio, se deserta i de hecho queda impune el delito que motivó su condena. Una objecion pueril hemos oído hacer, pero nos parece desnuda de fundamento. Se dice que esos hombres buenos harán falta a las artes i a la agricultura. Objecion es esa que no creen los mismos que la hacen, porque la contestan victoriosamente los hechos. En efecto miéntras Chile tuvo aquí i en el Perú un ejército de 7,000 hombres, miéntras la fuerza permanente fué en tiempos anteriores ad libitum ¿cómo no se hizo sentir esa ¡falta?
A mas de los medios indicados para llenar la baja, creemos que para captar la buena voluntad del soldado, para fomentar su amor a la carrera de las armas, es preciso asegurar a los casados alguna ventaja para sus hijos. Imitemos a la Francia i como en aquel país, díctese una lei para que cada cuerpo pueda tener a mas de su pié de fuerza, des enfants de troupe, hijos de tropas o pupilos cuyo número podria ser por ahora de un 0% de la fuerza del cuerpo. Establézcanse para ellos escuelas rejimentarias de primeras letras, asístansele con $2 mensuales i el ejército tendrá un plantel de soldados, cabos i sarjentos instruidos, i tambien se habrá asegurado la fidelidad de sus padres. Aun hai mas, el establecimiento de esas escuelas, en las cuales se les enseñará a leer, escribir, aritmética, elementos de gramática castellana i de dibujo lineal, abre una carrera mas a los subalternos, porque une dos oficiales de cada cuerpo, presentando a los cinco o seis años jóvenes instruidos, granjearán méritos a la especial consideracion de todo gobierno ilustrado.
El proyecto de enviar algunos jóvenes a Europa nos parece acertado, pero es preciso precaverse de un error en que han incurrido otras Repúblicas de Sud-América. Este error consiste en estender demasiado el círculo de la instruccion que aquellos deben recibir. Creemos que este error proviene de la idea que, en jeneral, se tiene de dos profesiones tan distintas en la realidad. El injeniero militar i el civil tienen, es cierto, en sus estudios, puntos de contacto; pero cada uno profundiza ciertos ramos que forman su especialidad.
Por eso es que, si bien ámbos tienen conocimientos jenerales que le son comunes, no seria mas acertado encargar la construccion de un camino de hierro a un teniente del cuerpo de injenieros, que la direccion del ataque a una plaza a un alumno que concluye su curso en la escuela de puentes i calzadas.
Esto nos ha conducido naturalmente a indicar que dos años no bastan, para conseguir el objeto que se propone el señor Ministro, porque, al cabo de ese tiempo sabrán mucho, pero no habrán practicado nada i es preciso no perder de vista que lo que necesitamos es práctica, mucha práctica.
El injeniero civil, la adquiere asistiendo a los trabajos bajo la direccion de los injenieros de primera clase que están encargados de la construccion de nuevos caminos, de grandes establecimientos públicos, tales como hospitales, cárceles, de la canalizacion de los rios para hacerlos navegables, etc.
Para adquirir esa práctica, como oficial de injenieros, es preciso ver plazas de todas clases, manosear, por decirlo asi, la tierra, la pala i la barreta, gastar miles en edificar i destruir algunos trozos de fortificacion, es preciso no sólo visitar sino vivir algun tiempo en los establecimientos que tienen las grandes potencias europeas para abastecer sus ejércitos i plazas de armas, municiones, etc.
Todo esto es necesario i preciso hacer despues de los dos años de escuela teórica.
Por estas razones creemos que no bastan dos años, sobre todo si un individuo debe dedicarse a ámbas carreras.
Por otra parte, creemos que teniendo buenos empeños algo se conseguirá; pero en todo caso el señor Ministro debe, desde ahora, hacer el ánimo a dejar en Europa al jóven Olavarrieta cuatro años, sin contar los seis meses del viaje de ida i vuelta.
La contraccion i estudiosidad de este jóven, aseguran sin duda el buen éxito de este ensayo.
Nada diremos sobre la ▼academia militar, los resultados son los que deben justificar al señor Ministro.
Pero desde luego creemos que el Gobierno debe dictar las providencias necesarias para asegurar a los cadetes la proporcion en que llenarán las vacantes en los cuerpos si su antigüedad