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CÁMARA DE DIPUTADOS

Por el resultado que ofrece el cuadro anterior, aparentemente desfavorable al año de 1843, podria creerse que la diferencia de $ 73,346.1 real i un octavo en que exceden las entradas de 1842, es una señal de decadencia financiera en 1843.

Pero el que recuerde lo que el señor Ministro Renjifo indicó en su última memoria, respecto al ingreso estraordinario que la renta de Aduanas tuvo en 1842, por haberse renovado en aquel año los depósitos de efectos en sus almacenes, no podrá ménos de convenir cuán insostenible fuera semejante creencia.

Efectivamente, aquella medida produjo $ 144 mil, i en 1843 los derechos de depósito no han dado mas que $ 31,000.

Ademas la disminucion en el pago de varios otros derechos, con arreglo al nuevo reglamento que empezó a rejir desde Julio de 1842, ha tenido una gran parte en aquella diferencia.

Si la baja en el ramo de Aduanas, el mas importante de nuestras rentas fiscales, que monta a $ 200,891.6 reales i tres cuartos, como se ve en el cuadro comparativo, no debe su oríjen a causas que dañen nuestra interior prosperidad, ni proceden de alteracion desfavorable en nuestro comercio esterior; el aumento que han tenido diez de los ramos de renta en 1843, que asciende a $ 128,215.1 real un octavo, es un indicio cierto del desarrollo lento pero progresivo de los tres ramos de la industria nacional; i por lo mismo mal podria atribuirse a una causa eventual i pasajera.

Débese sí al estado de sosiego, que puede llamarse normal en toda la República, estado que permite a sus habitantes consagrarse sin zozobra a los trabajos a que su inclinación o aptitudes les inducen, a ese amor al órden que se ha cimentado en el corazon de todos, al deseo siempre creciente de bienestar que es el distintivo de la época actual.

No pienso yo por esto que nada quede que hacer, ni se me puede ocultar que en paises como el nuestro, transportados a una nueva i activa existencia por su emancipacion política, el Gobierno no deba luchar con mano fuerte contra los obstáculos que hábitos hondamente arraigados oponen al completo desenvolvimiento de la industria, animando con su ayuda el espíritu de empresa que, débil i tímido todavía entre nosotros, requiere grandes estímulos i una preferente aplicacion de capitales que le pongan en accion.

Este será siempre un objeto a que se dirijan los conatos del Gobierno que, si causas ajenas de su voluntad le impiden llenar cumplidamente, no olvidará atender en primera oportunidad.

Como un medio de lograr este fin, ha tratado de hacer cuantas economías son conciliables con los intereses públicos, cuya conservación le está encomendada; porque toda aquella que obligase a descuidar un objeto del servicio, seria nociva mas bien que útil.

Con el designio de dar una idea exacta del espíritu de regularidad i parsimonia en los gastos, i para desmentir a los que pudiesen acusarle de pródigo, nada mas conducente que patentizar los ahorros hechos en el año último, en las diferentes ramas de la administracion.

La lei de presupuestos i otras posteriores facultan al Gobierno para gastar.