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SESION DE 10 DE AGOSTO DE 1832

tónces a favor de Chile, que ademas de nuestros frutos sacaba cantidades considerables de dinero.

¿Qué será hoi en que Chile no puede ofrecer compensativo alguno a las pérdidas efectivas que causaría al Perú la introduccion enteramente libre de sus granos? ¿Qué será hoi en que la libertad de impuestos sobre la introduccion del azúcar no bastaría para equilibrar estos perjuicios, segun lo acabamos de demostrar i segun las reflexiones de El Conciliador, que es inútil repetir?

¿Cómo podrá, pues, decirse jamas que habia la mas leve sombra de reciprocidad en la pretension del Estado de Chile, cuando existen estancadas en aquel pais i deberían subsistir en el mismo pié, según su proyecto de tratado, dos de las principales producciones del Perú? Ni los frutos de Chile ni otros algunos están sujetos en nuestro pais a las trabas que los licores i tabacos en aquella República. Ambos artículos pertenecen allí al dominio del estanco, i su internacion, por consiguiente, puede considerarse como prohibida. Es tal el rigor con que se exijen los derechos del estanco, que una sola pequeña botijuela de nuestro aguardiente de Pisco no puede introducirse, aun cuando sea para consumo propio, sin que pague indispensablemente el crecidísimo derecho de tres pesos por arroba.

En cuanto a los tabacos, el Perú da en el dia a Chile cerca de cuatro mil mazos de saña, con peso cada uno de dieziseis onzas i del tamaño de tres cuartas. Pero ¿cuál es el fruto que los cultivadores de esta planta reportan de la contrata que han celebrado con la factoría chilena? Siete octavos de real es el precio impuesto a cada mazo por aquel establecimiento; i es evidente que una tasa tan sumamente mezquina i abatida es el efecto de la necesidad en que están los cultivadores peruanos de someterse a la lei que les imponen los ajentes del estanco de Chile, por hallarse sus puertos cerrados al libre comercio de esta produccion. Es evidente que, sin el estanco, lograría este fruto natural de nuestro suelo en los mercados de Chile, un espendio mas ventajoso. ¿I se dirá todavía que existe reciprocidad en un tratado por el cual todos los frutos chilenos serian libres de derechos i de libre comercio en el Perú, miéntras dos de los principales productos de este pais se hallan estancados en Chile?

¿Se dirá que es de utilidad recíproca para Chile i el Perú un pacto que deja en todo su vigor i en manos de aquella República el monopolio de varios artículos de ésta, al paso que los frutos todos de Chile son absolutamente libres en el Perú? ¿Dónde se halla esta reciprocidad? ¿Dónde la mas lijera apariencia de igualdad? Nosotros, al ménos, no podemos ni aun adivinarla.

Las malhadadas circunstancias en que constantemente se ha encontrado el Gobierno del Perú, desde los primeros tiempos de nuestra emancipacion, i la necesidad de atender con preferencia i casi esclusivamente a procurarse la paz esterior a costa de gastos i sacrificios inmensos, ha debido embarazarle hasta la fecha de contraerse a promover i fomentar la agricultura, siquiera en aquellos ramos que demandan ménos capitales, como el cultivo de los cereales.

Tiempo es ya de que dicte algunas providencias que estimulen a los labradores, aun por medio de favores especiales si fuere preciso, para que se dediquen a surtir a la capital de estos necesarios a su consumo. Conservándose los granos en el mismo precio que ahora, o aun en otro inferior que siempre hará cuenta, es de esperar llegue dia en que, por los puertos de Arica, de lio i de Islai, veamos cargar buques de esa semilla, que producirán sobreabundantemente los fecundos terrenos que solo aguardan el agua que hoi se trata de darles, i que, con una cooperacion mas activa por parte del Gobierno, serán regados i puestos en actividad de proveer con sus cosechas a un territorio doblemente estenso que el departamento de Lima, a vuelta de mui corto tiempo. Pero, aun sin esperar el éxito de estas empresas, recuérdese que la campiña de Lima dió excelentes trigos no hace todavía veinte años; i tendiendo la vista poco al norte de aquella capital, se descubrirán campos cuyas pingües cosechas parece que claman porque se mejoren las travesías por las cuales pueden trasportarse a Lima.

El Mercurio Peruano, número 1161, dió a los amantes del pais una esperanza halagüeña con la publicacion de una carta fecha en San Marcos, a 2 de Junio de 1831, en la que se trataba de establecer un molino, para remitir a Lima desde allí i desde Cajabamba, de veinticinco a treinta mil quintales de harina flor, que vendidos a cuatro pesos, rendirían a los especuladores de este negocio no pequeñas utilidades. El autor de la carta afirmaba que, a su parecer, no daban los trigos en todo el globo tan buenas harinas, i que la carga de seis arrobas seis libras se vendía en el lugar de la produccion a dieziocho reales, no estendiéndose las siembras por falta de consumo. ¿Fué, por ventura, esto un sueño o ha faltado mas bien una mano protectora que llevase a efecto la ejecución de un proyecto tan benéfico al pais? Por nuestra parte estamos persuadidos de que esto último ha sido la sola causa de que se frustrasen las juiciosas i patrióticas miras del agricultor de San Marcos. Realizado el riego del feraz valle de Tacna, como puede hacerse mui breve i fácilmente si el Gobierno da el impulso correspondiente a aquella empresa saludable, conduciendo el agua necesaria a las otras grandes porciones de tierras eriazas i fértiles que poseemos en el Sur a la inmediacion de nuestros puertos, i cuyo cultivo se trata en el dia de pro