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CONGRESO NACIONAL

sido trasladados al otro lado de los Andes, i los efectos funestos de su influencia en la opinion jeneral, quizá cuesten a Chile lágrimas de sangre.

No es mas consoladora nuestra actitud militar para hacer frente a una invasión. Nuestro ejército, desde Valdivia a Copiapó, consta de cuatro mil novecientos veintiuno, cuyo número decrece diariamente por la desercion. Se halla distribuido del modo siguiente: 754 en Valdivia, 1,685 en la frontera de Concepcion, 2,187 en la provincia de Santiago i 295 en la de Coquimbo. Aunque toda esta fuerza se halla mandada por excelentes jefes, en quienes el Gobierno coloca la mayor confianza, es mui corta en número para resistir con éxito cualquiera agresion, hallándose especialmente colocada en puntos tan distantes que no seria posible su concentracion por la estructura topográfica del país. Cualquier desembarco del enemigo en la provincia de Santiago costaba una gran parte de nuestro ejército i presentaba al enemigo la ventajosa oportunidad de batirnos en detall.

Si, pues, cualquiera que sea la alternativa de nuestras armas en el Perú es inevitable una espedicion española sobre nuestras costas; i si los medios de defensa son tan insuficientes como lo cree el Ejecutivo, parece llegado el caso de que la Representacion Nacional ponga a la República a cubierto de las calamidades que la esperan, pues está fuera de la esfera del poder del Ejecutivo la adopcion de las medidas que imperiosamente reclama la seguridad del país.

Constando toda nuestra fuerza veterana de cuatro mil novecientos veintiuno, como lo acredita el adjunto estado, es de necesidad elevarla hasta el número de ocho mil plazas cuando ménos para distribuirla oportunamente en los lugares que convenga, i quede un sobrante de cinco a seis mil hombres que permanezca unido i en campamento. Con esta fuerza puede garantir el Ejecutivo la inviolabilidadad de nuestro territorio.

Mas, cuando propone al Soberano Congreso el aumento de esta fuerza veterana, no cuenta con ella sola para salvar la República. Las milicias, que en todas ocasiones han dado a Chile dias de gloria i en cuyo patriotismo los enemigos han encontrado una barrera formidable, se disciplinan por todas partes, i a este fin han marchado oficiales comisionados.

Pero seria ilusoria la autorizacion que se hiciese al Ejecutivo para el aumento del ejército si no se facilitasen igualmente los medios de pagarle i sostenerle mensualmente. En el dia carece éste no solamente de sus pagos sino de una porcion de artículos esenciales para hacer la guerra, como caballos i vestuarios. No alcanzando los recursos con que cuenta el Ejecutivo ni aun para entretener regularmente las tropis existentes, las veces que ha intentado incorporar reclutas, han desertado, perdiendo el Estado vestuario i costo de conducción. Por heróicos que sean (como son) los sentimientos de la oficialidad i tropa veterana, no es posible mantener pura i activa la disciplina militar de un ejército que no se paga.

Con el mas profundo dolor de mi corazon, he tenido que tomar la providencia de retirar un crecido número de oficiales agobiados de servicios i de mérito, sin compensativo alguno, i aunque gozan de medio sueldo, ni una sola vez han podido percibirle por la deficiencia del Erario. Permítaseme este corto paréntesis a mi esposicion, porque la justicia i la gratitud nacional se hallan comprometidas por el estado de abandono a que se vé relegada esta clase tan eminentemente meritoria i digna de mejor consideracion.

El Soberano Congreso habrá ya quizá notado que, pasando una revista a los peligros que cercan nuestra independencia, nada aun se haya dicho de los esfuerzos de la España i sus aliados, cuando jeneralmente se enuncian planes atrevidos de aquellas naciones para recolonizar la América. El Ejecutivo cree los anteriormente espuestos de primera atencion i aunque considera remotos los efectos de la liga europea, no quiere prescindir de informar al Soberano Congreso el valor que puedan tener las amenazas del Rei de España. Las últimas noticias de la Península nos informan de un ejército espedicionario de seis mil hombres en Sevilla i del empréstito de doce millones de pesos que habia conseguido el Rei Fernando del comercio de Holanda. Tambien el embajador ruso en la Corte de Madrid habia ofrecido, a nombre de su amo, cien mil soldados i los buques necesarios para el sometimiento de las Américas; i aunque otras promesas de igual naturaleza puedan haber halagado al Rei de España, el Ejecutivo por ahora las considera de un carácter insignificante. Solamente pide encarecidamente al Soberano Congreso fije su conderacion en las trascendencias de la batalla que va a decidir de la suerte del Perú, porque sus resultados, sean cuales fuesen, mui prontamente van a comprometer la seguridad de Chile.

El Ejecutivo saluda respetuosamente al Soberano Congreso.— Santiago de Chile, Diciembre 11 de 1824.— Ramón Freire.— F. A. Pinto.


Núm. 116

Incluyo al señor secretario el libramiento contra la Tesorería Jeneral de los cien pesos que, en su atenta nota de ayer, me avisa haber acordado el Soberano Congreso se pidiesen para los gastos que indica.

Saludo al señor secretario, pidiéndole acepte mis consideraciones de aprecio.— Santiago, Diciembre 10 de 1824.— D. J. Benavente.— Señor Secretario del Soberano Congreso.