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CARTAS ESCOGIDAS 169

Mr. de Lorges el dolor que sentía porle pérdida de tan gran capitán, le dijo que le dejaría repasar el Rhin y que no quería exponer su reputación á la rabia de un ejército furioso y al valor de los jóvenes franceses á quien nadie puede resislir en su primera impetuosidad. En efecto, el combate no ha sido general y las tropas que nos han atacado han sido deshechas. Varios cortesanos, que no me atrevo á nombrar por prudencia, se han señalado por hablar al Rey de Mr. de Lorges y de las razones que había para que se le hiciera mariscal de Francia en seguida ; pero han sido inútiles. Solamente se le concede el mando de la Alsacia y las veinticineo mil libras de pensión que tenía Vaubrun. ¡Ah! no era esto lo que él quería. El conde de Auvernia tiene el cargo de coronel general de la caballería y el gobierno del Limousin. El cardenal de Bouillon está muy afligido. Nuestro buen cardenal ha escrito otra vez al Papa diciendo que no puede menos de esperar que cuando Su Santidad haya visto las razones que hay en su carta deje de accederá sus muy humildes ruegos; pero nosotros creemos que el Papa es infalible y que no hace nada inútil, ni siquiera leerá sus cartas habiendo dado su respuesta con anterioridad, como aquel amiguito nuestro á quien conocéis.

Hablemos un poco de Mr. de Turenne ; hace ya largo tiempo que no hemos hablado de él. ¿No .admiráis ej hecho de que nos creamos felices por haber repasado el Rhin, y que lo que hubiera sido una desgracia si él estuviese en el mundo nos parezca una prosperidad, ahora que él no existe? Ved lo que hace la pérdida de un solo hombre. Escuchad, yo os ruego una cosa que es en mi sentir muy bella : me parece que leo la historia romana. Saint-Hilaire, teniente general de la ar- tillería, hizo detenerse á Mr. de Turenne, que había galopado continuamente, para hacerle ver una batería; es como si le hubiese dicho : « Señor, deteneos un poco, pues es aquí donde debéis ser muerto, » En efecto, el tiro de cañón viene, lleva el nrazo de Mr. de Saint-Hilaire que mostraba la bateria, y mata á Mr. de Turenne. El hijo de Saint-Hilaire se arroja sobre su padre gritando y llorando. Callaos, hijo mio, le dijo el herido