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354 MADAMA DE SEVIGNÉ

su casa y cien carrozas de á seis caballos (1). Cuando percibió la carroza del príncipe de Gales, descendió y le abrazó tierna» mente ; después corrió al encuentro de la reina, que ya se nabía apeado, la saludó, la habló algún tiempo y la puso á su lado derecho en la carroza; la presentó á MONSEÑOR y á MON- sIÉUR, que fueron también en la carroza y la llevó á Saint- 'sermain, donde se encontró tan servida como la reina, con todos los objetos necesarios para su uso, entre los cuales había, una cajita muy rica, con seis mil luises en oro. Al día siguiente debía llegar el rey de Inglaterra; el Rey le esperaba en Saint- Germain donde llegó tarde por que venía de Versalles; en fin, el Rey fué hasta el extremo de la sala de guardias á su en- cuentro; el rey de Inglaterra se inclinó mucho, como si hubiese querido abrazar sus rodillas (2);el Rey lo impidió y le abrazó tres Ó cuatro ve es muy cordialmente. Hablaron en voz baja, durante un cuarto de hora; el Rey le presentó á MONSEÑOR y MONSIEUR; los príncipes de la sangre y el cardenal Bouzí. Le condujo al departamento de la reina, que pudo apenas con- tener sus lágrimas. Después de una conversación de algunos instantes, los llevó S. M. á casa del príncipe de Gales, donde estuvieron todavía algún tiempo hablando y los dejó, no que- riendo ser acompañado y diciendo al Rey : «ésta es vuestra casa; cuando yo venga, vos me haréis los honores y yo os los baré á vos cuando vayáis á Versalles. Al día siguiente, que fué ayer, la Delfina fué allá con toda la Corte. Yo no sé cómo se habrán colocado las sillas de las princesas, pues ellas tuvieron allí á la reina de España, y la reina madre de Inglaterra fué

1 Esta entrevista se verificó en Chatou, el 6 de enero de 1689, « La reina de Ingluterra descendió de su carroza é hizo al Rey un surmplimiento lleno de reconocimiento por ella y por el Rey su ma rido. El Rey le respondió, que él le hacía un Lriste servicio en esta ocasión, pero que esperaba hallarse en estado de hacérselos más úliles en adelante (Memorias de Danzean). Tomo 1.*, página 262. (2) Mad. de La Fayette, dico, que«los dos reyes se abrazaron muy tiernamente, con esla diferencia, que el de Inglaterra, conservando la humildad de una porsona desgraciada se bajó casi hasta las rodilla del Rey.»