prodigio que fué hasta no hace mucho tiempo, privilegio de vivos ó de ineptos.
No puede afirmarse que el doctor Gallo sea vivo: no es la primera vez que se bate por las libertades públicas, como el otro día en pró de las de Catamarca.
Su erudición y su talento son notorios, y no se prestan á exageraciones por la publicidad de sus muestras.
¿Entonces?.... Suerte y nada mas. Esto no ofenderá al doctor Gallo.
En un lustro de oro, encontró una madre adoptiva bastante libre para entregarle su mandato; en la seguridad de que sabria llenarlo con altura.
Y en 1873, el doctor Gallo fué armado caballero de la órden de Ciceron, ganando el título de orador de buena lid, aunque á favor de un mal gobernante que el viento de un motín echó por tierra.
Ahora, le toco al doctor Gallo la rara suerte de ser hijo legítimo de una Provincia no pacificada. Se alegrará de haber nacido en ella, tanto como se regocija Tucumán de haber visto nacer á su blondo representante del Legislativo.
Pero no hay Gallo sin Roca, ni Sarmiento sin Cabeza.