No me esplico porque el doctor Gallo prefiere la habilidad de acumular la electricidad oratoria en los estremos de sus discursos.
Es de efecto, pero se debilita la trabazón de los razonamientos intermedios.
Llega á suceder que la atencion del que escucha se habitúa á reconcentrarse en el exordio y en la peroración, desfalleciendo en los trozos de convencimiento.
Y que estos pueden ser amenizados, sinó con flores por lo menos con ribetes de interés, es cosa que no debe ponerse en duda tratándose del Dr. Gallo.
Quien, con su habitual benevolencia, disculpará al presento crítico que lo ha tenido en facha de examen, desde la cruz hasta la fecha de esta silueta sacada siguiendo los contornos de su sombra parlamentaria. Otras darán mas trabajo, porque la regla es: quedarse quietos para salir bien!