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prodigios de esa inteligencia ágil y fecunda, que asi trepaba por las escabrosidades de una cuestión científica, como desbordaba las mas claras concepciones del talento humano.

Maestro, cada generación de alumnos se lo apropió, como si el eminente profesor de Derecho Romano hubiese participado de las fatigas, de las esperanzas y de los desengaños de sus tímidos obreros en la explotación de los filones de la jurisprudencia latina.

Pero retrocedamos...Fíjense en ese joven de rostro altivo, de cutis terso, de negros ojos, de grandes párpados, de barba poblada y de espaciosa frente, que se bate en el Parlamento contra las mejores espadas de la oratoria argentina.

Oradores mas viejos, paladines menos antiguos, y contemporáneos de Goyena, escuchan con recogimiento, aplauden con sinceridad y replican con respeto.

Los veteranos del Parlamento Nacional, como sus mas flamantes oficiales ciceronianos, tienen iguales derechos á enrolar en sus matrículas al orador que parece, ó haber nacido viejo, ó poseer el secreto del Cagliostro de Dumas, para gozar sempiternamente de periódicos rejuvenecimientos.