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Página:Suarez Tesoro Ninias.djvu/145

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Sin los poelas que dispertaban de tiempo en tiempo al pue- blo que dormia entre cadenas, cantando como Jeremías sobre las ruinas de la patria; sia las mujeres que alentaban a sus bijos para el sacrificio, como la madre de los Macabeos a los suyos; sin la lucha del sentimiento de lo noble i de lo bello, con lo deforme i lo bárbaro, la tirania estaría hoi de pié,i a nosotros no nos seria dado honrar la memoria de los buenos.

Caido Rosas, la Sociedad de Beneficencia volvió a organi- zarse ¡ a funcionar como en sus mejores dias. Los veinle años que la tirania ensangrentó al pais, solo habian sido para ella un receso.—Presididas las damas que la compusieron por el espiritu de su fundador, i llevando en su seno algunas de las reliquias de los antiguos tiempos, comenzaron sus trabajos. Nuestra ilustre matrona no abandonó, a posar de sus años, su puesto de honor.

Los hospitales que aquella ba formado, los asilos que ha erijido i las escuelas que ha fundado, han contado con el apoyo eficaz de esta Señora, que pertenecía al número de aquellos buenos servidores de sus hermanos, que no descansan de sus nobles fatigas, sino en'el seno helado de la tumba.

Ahora, hé aquí lo que sobre el trato privado de esta benemé- rita Señora escriba a su muerte un admirador de sus virtudes:

« El trato familiar de la señora Mandeville, su conversacion, espiritual, variada e instructiva, rerelaban la juventud ¡ el fres= cor de sus ideas, el comercio con los libros ¡la aspiracion estraña en la ancianidad de continuar desarrollando sus fuer- zas intelectuales, a pesar de los años de la vida fatigosa que so- portaba.

« Si alguna persona de su época tenia derecho en nuestro pais, a manifeslarse orgullosa por haber sido honrada con la amistad de todos los hombres de letras, era la señora Mande= ville, cuya casa fué el centro de la sociedad mas culta e ilus- trada.

« El reloj que ha marcado desde la chimenea de su alcoba