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tajas pueden dar mérito a una jóven: quince años. mucha gra- cia, lindo rostro, carácter escelente, notable intelijencia, tales erar, los doles dela hija de Millon, a quien sus preciosas cuali= dades i su esteaordinaria habilidad como tucadora de elavicor- dio habian escitado el iuterós de algunos miembros dela aris- loeracia ingle
Dos o tres familias de las mas ilustres de Lóndres, le habian confado la educacion musical de sus hijos, entre Jas cuales se contaba la del duque de Rochester. Meredero este señor de uno de Jos numbres mas bellos i de una de las mejores fortunas de la Gran Bretaña, parecia que su protección debia ofrecer muchas ventajas a Jenny; pero con todo, la mezquina retribución quele daba ol duque no pasaba de dos guineas al mes.
¡Por des guineas ser esclava todos los días, durante numeru- sas horas. de las exijencias de dos niñas caprichosas, mui vanas ¡ mui orgullosas; condensrse á empezar veinte veces el mismo fragmento, sin poder obtener algunos minulos de silencio iaten- cin de sus petulantes discipulas! Sin duda convendreis en que es una existencia mui poco digna de envidia.
Iba, pues, todos los meses a recibir de manos del mayordoxzo del duque de Rochester su corto salario, i lo llevaba 2 su fa- milia alegre l satisfecha.
Un día el mayordomo, ya viejo i que algunas veces era mvi distraiao, puso lres guineas en la mano dela jóven, en lugar dí las dos que se le debian con arreglo al ajuste que se habia hecho.
Ya estaba Jena en la calie, cuando conoció semejante equ vocacion, — ¿Debía volver alras, dar parte de aquel error «li mayordomo del dugue, i devolver lo que había percibido indo= bidamente?
«¡Por uz duro mas u ménos, decia la joven, el duque Serial mas rico ni mas pobre, al paso que mi familia recibirá
utueho bien cos esto pequeño aumento!»