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Página:Suarez Tesoro Ninias.djvu/61

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ha otros cinco niños, el mas pequeño de los cuales solo tiene seis meses.

—¿1 qué hacen su padre i su madre?

—Su padre es soldado. Ja madre da de mamar a su último hijo, 3 trabaja con la aguja; mas es tan poco lo que gana para una familia tan numerosa. Yo, la vieja abuela, que he perdido a vista hace treinto años, i que ya para nada sicvo, pido limos- ba para no ser demasiado gravosa. Vea Ud. ahí a mi Luisita que me acompaña, i me guía hace quince meses, aunque todavía no ha cumplido cinco años.

Me parece bien, dijo la señora; mas, ¿cómo puedes ir segura con una niñita tan poco esperimentada?

—Mi querida señora, ella cuida de mí mui bien, sin separar- seun momento, i jamas, yendo con ella, me ha sucedido no- vedad alguna. No me he visto en el caso de reprenderla en lo mas mínimo. Cuando la llamo algunas veces, porque creo que se ba apartado de mí, la siento a mi lado que me responde abrazándom

—¡Pobrecita! ras, ¿sabes que tiene una cara preciosa que anuncia mucha intelijeneia?

—Asi me han dicho, querida señora mia; pero ai! nunca he visto ni a ella nia su madre!... Al pronunciar estas dos úl- tímas palabras, dos gruesas lágrimas corrieron de los ojos cer- rados de la vieja.

—aNo la hacias repetir una leccion hace poco? instó la señora.

—Si, la enseñaba a rerar; es todo lo que puedo enseñarle. Pero el año que viene procuraré pasarme sin ella a fin de que pueda ir a la escuela: i en verdad que será esto para mi un gran sacrificio.

Durante esta conversacion, los dos niños de mi amiga habian permanecido mudos los ojos fijos en la nietecita, que nos miraba con buen semblante, risueña i satisfecha. La hija de la señora, toda conmovida, se acercó a su mamá ¡le dijo al oido mui ba-