nombre, son Leite, Ibabao[1], Samar, Bohol, isla de Negros, Sebú, Panay, Cuyo, y los Calamianes; que todos los Naturales destas islas son, así hombres como mujeres, bien agestados, y de buena disposicion, y de mejor condicion, y mas noble proceder, que los de las islas de Luzon y sus comarcanos.
Diferencian en el cabello, que los hombres lo traen cortado en coleta, al uso antiguo de España, y los cuerpos pintados de muchas labores, sin tocar en el rostro[2]. En las orejas traen orejeras grandes, de oro y de marfil, y brazeletes de lo mismo; unas tocas revueltas á la cabeza, muy huecas como turbantes, con lazadas de buena gracia, muy listadas de oro; vaqueros de manga justa, sin cuello, con los faldamentos hasta media pierna, cerrados por delante, de mendriñaque, y de sedas de color; no traen camisas ni calzones, sino unos bahaques de muchas vueltas, con que quedan cubiertas sus vergüenzas, cuando se
- ↑ S. E. de Samar.
- ↑ «Son las pinturas muy galanas y muy proporcionadas… que si lo trajesen á Europa se podían ganar con él mucho dinero á mostrarlo» (Chirino cap. VII). Colin dice, sin embargo, que se pintaban las barbas y las cejas. Acerca de la manera como lo hacían, Colín da más detalles: «la pintura se hacía (después de bien dibujada por los Artífices y conforme á la proporción de las partes del cuerpo, y del sexo), con unos como pinceles ó manojillos de muy sutiles puntas de caña, con que iban punzando y señalando el cuerpo, hasta sacar sangre, sobre la cual daban un polvo, ó humo hecho de brea, y de color negro que jamás se borraba. No pintaban todo el cuerpo de una vez, sino parte por parte, y antiguamente no se comenzaban á pintar hasta haber hecho alguna valentía. Los niños no se pintaban, las mujeres sí, toda la una mano y parte de la otra. En esta isla de Manila se pintaban también los Ilocos, no tanto como los Bisayas.» Col. lib. I c. XIV). En Filipinas se tatuan ahora los Negritos, Igorrotes y otras tribus independientes. Los cristianos han olvidado la práctica. Como hemos observado en otra parte, este tatuaje tiene mucha analogía con el que hoy practican los Japoneses: no obstante, parece que los Filipinos no empleaban más que el color negro, mientras que los Japoneses usan varios colores como el azul y el rojo, llevando el arte á una rara perfección. En otras islas del Pacífico, las mujeres se tatuan casi tanto como los hombres, lo que las diferencian de las Japonesas y antiguas Filipinas. Consúltese la interesante obra del doctor Wilhelm Joest, acerca del tatuaje. (Tætowiren Narbenzeichnen und Kœrperbemahlen, Berlín, 1887) en que trata muy sucintamente la materia.