Página:The Velveteen Rabbit.djvu/51

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las patas traseras era tan grande que se fue brincando sobre el césped, saltando de un lado y girando alrededor como los otros, y se emocionó tanto, que cuando por fin paró para buscar al Hada ella se había ido.

Por fin era un Conejo Real, en casa con los otros conejos.


Pasaron el otoño e invierno, y en la primavera, cuando los días cálidos y soleados se alargaron, el niño salió a jugar en el bosque detrás de su casa. Y mientras estaba costado jugando, dos conejos se deslizaron fuera de los helechos y lo vieron. Uno de ellos era todo marrón, pero el otro tenía extrañas marcas en su piel, como si hacía mucho tiempo hubiera sido pinto, y las manchas todavía se mostraban. Y sobre su pequeña nariz suave y sus ojos negros había algo familiar, por lo que el muchachopensó dentro de sí:

"¡Es igual que mi antiguo conejo, que se perdió cuando tuve fiebre escarlatina!"

Nunca supo que realmente era su propio conejo, que había vuelto a ver al niño que le había ayudado a ser Real.

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