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EL PRÍNCIPE FELIZ


"¡Desgracia! Ya no tengo Rubí ahora," dijo el Príncipe; "Mis ojos son todo lo que me queda. Están hechos de raros zafiros, que fueron traídos de la India hace mil años. Arrancame a uno de ellos y llevalo a él. Él lo venderá a la joyería y comprará alimentos y leña para terminar su obra."

"Querido Príncipe," dijo la golondrina," Yo no puedo hacerlo"; y comenzó a llorar.

"Golondrina, Golondrina, pequeña Golondrina," dijo el Príncipe, "haz lo que te ordené".

Así que la golondrina arrancó un ojo del Príncipe y voló hacía el ático del estudiante. Fue fácil entrar conseguir, ya que había un agujero en el techo. Entró por el y llegó a la habitación. El joven tenía la cabeza enterrada en sus manos, por lo que no escuchó el aleteo de las alas del pájaro, y cuando miró encontró el hermoso zafiro entre las violetas marchitas.

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