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242 POLÍTICA DOMÉSTICA

la caridad. Si el mendigo que llega ála puerta de vuestra casa os parece un holgazan, indigno de vuestro socorro, no le rechaceis ni le reconvengais por boca de vuestros niños: bueno es que aun el ac- to derigor más necesario les sea extraño. Si, por el contrario, cl pobre está agoviado de años ó de males, éimposibilitado de ganar su vida, que vues- tros niños sean encargados de llevar la limosna; pero que no lo hagan como acto de evitaros una mo- lestia, sino como placer de que os privais en favor de ellos, y que no les cederíais si estuvieseis des- contentas de su conducta. No les enseñeis á que hagan obras pasajeras de caridad, sino á que se mues- tren siempre compasivos; y para ejercitar su nacien- te sensibilidad, procurad que se empleen en actos que les hagan útiles al prójimo; habituadles á los ser- vicios obsequiosos, á las complacencias oficiosas, á las atencinoes corteses. Cuando gradualmente ha- yais conseguido hacerles experimentar que el espec- táculo más grato sobre la tierra es el que uno de nuestros semejantes ofrece álos ojos de quien le ha llenado de un inesperado sentimiento de alegría, 0s podreis considerar como verdaderas bienhechoras de la humanidad, porque habreis trasmitido á la genera- ción que os ha de suceder los sentimientos más fun- damentales de la felicidad.