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44 POLÍTICA DOMÉSTICA

unir su suerte á la de él; y respecto á este asunto, nunca olvide que por muy sensible que un hombre sea á la hermosura física, lo es Casi siempre mucho más á la belleza del corazón.

Hace pocos años, conocimos á un sujeto que se había casado con una lindísima señorita. Quince dias después de su boda, la esposa tuvo viruelas y se quedo horrorosa. Ella misma nos refirió un día esta desgracia, y concluyó con las siguientes pala- bras: «Yo no na ya bonita, y tomé la resolución de ser amable para contribuir á la felicidad de mi ma- rido; pero no le diga usted esto, porque no ha no- tado que soy fea, y no quiero que lo sepa.»

El Creador ha dado compañera al hombre para constituir la familia. La mujer debe aceptar este destino, con la mejor voluntad; necesario es, pues que procure no hacerse desagradable, áspera, desapa— cible, y mucho menos aún, iracunda, ¡Desgraciada de ella si no se sabe reprimir estas funestas propensio- nes, porque se hará detestar de su marido, y no la respetarán sus hijos! De esto, sépalo bien, depende toda la felicidad de toda su vida.

La esposa debe conservar cuidadosamente el más